Aislar al gobierno de Nicolás Maduro cuyo desempeño ha conseguido llevar a Venezuela al
desastre, con sus secuelas de muerte, hambre, falta de libertades y desplazamiento de seres
humanos, es una medida fuerte pero necesaria para sacar del poder al dictador.
El Derecho Internacional contempla acciones coactivas y medidas de carácter diplomático, las
cuales abarcan el bloqueo económico, el retiro de embajadores, la ruptura total de relaciones,
incluso se puede desconocer a los gobiernos de facto.
El régimen de Maduro se encuentra totalmente desprestigiado ante su propio pueblo y ante la
comunidad internacional. La escasez de medicinas y alimentos, los altos índices de delincuencia,
el desempleo, (…) mantienen agobiado a un país donde el verdadero poder se encuentra en
manos de una camarilla de militares que controla todos los sectores del Estado.
En medio de la última ola de protestas iniciada en abril, que deja un reguero de sangre con más
de un centenar de muertos, Maduro convocó a una Asamblea Constituyente para reformar la
Constitución. El dictador dijo que el objetivo es “garantizar la paz, la justicia y la verdad, así
como el reencuentro de todos los venezolanos”.
Todo esto, a pesar de haber desconocido sistemáticamente las decisiones de la Asamblea
Nacional de mayoría opositora y tras recibir el rechazo de millones de venezolanos que -vía
referendo- repudiaron hace pocos días la decisión presidencial.
¿Cómo es posible cerrar los ojos ante la catástrofe que vive el pueblo venezolano? Igual que el
resto de países de la región, Ecuador recibe todos los días miles de ciudadanos que huyen de su
país expulsados por la crisis, aunque ya se escuchan voces que plantean restricciones.
Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un paquete de
sanciones contra 13 funcionarios chavistas y ha advertido con otras medidas fuertes. La presión
internacional ha estrechado el círculo, pero Maduro no da el brazo a torcer y todo hace prever
que las elecciones se efectuarán este domingo.
La preocupación por Venezuela es creciente y así lo han expresado muchos gobernantes. No
obstante, todavía hay quienes apoyan al dictador por motivos ideológicos e infortunadamente el
Ecuador se encuentra en ese grupo minoritario.
En una actitud lamentable, la canciller María Fernanda Espinosa ha recurrido al principio de no
intervención para evitar pronunciarse sobre la crisis de Venezuela. Llama la atención esta
declaración oficial porque desdice del talante de apertura mostrado por el presidente Lenín
Moreno. Ojalá que pronto veamos un cambio en esta postura del gobierno.
En todos los foros, el Ecuador siempre ha optado por el respeto y la defensa de los derechos de
los pueblos hermanos. Basta revisar la doctrina del excanciller Antonio Parra Velasco o la Carta
de Conducta del expresidente Jaime Roldós, como muestra de que varios pensadores han hablado
de la solidaridad con el pueblo latinoamericano.
¿Cómo es posible cerrar los ojos ante la catástrofe que vive el pueblo venezolano? Igual que el
resto de países de la región, Ecuador recibe todos los días miles de ciudadanos que huyen de su
país expulsados por la crisis, aunque ya se escuchan voces que plantean restricciones.
Pero este es el momento de demostrar que era cierta la proclama de la ciudadanía universal y el
derecho al refugio reconocido en la Constitución y en la Ley de Movilidad Humana. Más aún
con el antecedente de haber otorgado visas humanitarias a ciudadanos de otras nacionalidades.
En sus arengas, Maduro sostiene que una nueva Constitución resolverá todos los problemas,
aunque se vislumbra todo lo contrario: la situación tiende a ser peor y estará acompañada de más
violencia, más muertos en las calles, más represión, más crueldad…
El coraje y la valentía mostrada en las movilizaciones de protesta por la gente hastiada de tanta
ignominia tienen que conducir a un cambio. De ahí que le toca a la comunidad internacional
actuar de verdad. Por lo pronto, algunos gobiernos han anunciado que no reconocerán la validez
de los comicios.
Aquello no servirá de mucho, pues Maduro no va a cambiar. Él quiere el caos, quiere implantar
el odio para mantenerse en el poder a la fuerza. De este modo, se torna imperioso desconocer su
gobierno porque es una dictadura. Suena muy duro, pero esa posibilidad existe en el Derecho
Internacional y hay suficiente doctrina que la sustenta. Ya es hora de que la comunidad
internacional ayude a liberar a Venezuela.