Puede ser interpretada desde varias aristas. Pero la principal es el debilitamiento del chavismo con Nicolás Maduro a la cabeza en una semana donde intentó meter presión a una Fiscal desobediente, un personaje que, paradójicamente, ayudó a montar todo el aparato de represión e impunidad del llamado socialismo del siglo XXI. Un socialismo que tenía como único fin extraer la extraordinaria riqueza de un país para repartírsela entre unos cuantos a nombre de la igualdad. Una igualdad para ellos, los llamados revolucionarios.
Han sido más de tres años de cárcel por hacer lo que todo venezolano con sentido común hizo, hace y hará: llamar a la desobediencia contra un modelo y un Gobierno que ha sumido a uno de los principales países petroleros del mundo en una crisis económica, alimentaria y humanitaria sin precedentes. Un país sumido en una hiperinflación, que finge tener una moneda fuerte, que en la economía real no vale nada.
La estrategia del chavismo, al parecer, es buscar oxígeno, después de la violenta y sanguinaria represión que ha dejado decenas de muertos, centenas de heridos, miles de encarcelados y decenas de miles de venezolanos que han huido de su propio país ara buscar rehacer sus vidas en otros países en condiciones absolutamente adversas y desfavorables. La estadística solo provoca escalofríos. Al igual que la estrategia de los represores.
Las últimas protestas, contra un modelo que desconoció a una Asamblea de oposición elegida con una mayoría aplastante, ha desnudado a un chavismo como lo que siempre fue, es y será: un totalitarismo represor que busca perpetuar en el poder a una casta que dice representar a un pueblo que se muere de hambre, mientras sus dirigentes viajan en primera clase, o en aviones privados, y abren cuentas en los imperios que tanto dicen detestar.
El chavismo se desmorona desde dentro. La deserción de la Fiscal fue la primera evidencia. El modelo represor, concentrador de todos los poderes, incluido el de las armas, ahora es incapaz de ocultar al mundo su rostro más sangriento. El mundo ha sido testigo de una batalla sin cuartel de jóvenes, ancianos, mujeres y hasta niños armados con escudos de la bandera venezolana o violines rasgados con una inusitada fuerza… contra una fuerza represiva que ha dejado de ser la guardiana del orden público. Unas Fuerzas Armadas convertidas en instrumentos de violencia, en instrumentos de la represión. En instrumentos del chavismo.
El chavismo se desmorona desde dentro y el mundo está en la obligación de acompañar ese proceso.
La libertad de Leopoldo López, ni siquiera libertad porque es cambio por arresto domiciliario, ha sido un gran paso. No ha sido una concesión del chavismo. Ha sido un pequeño gran triunfo en una batalla que se libra todos los días en las calles, porque Venezuela está en un punto sin retorno.
Leopoldo López ondeó una bandera de Venezuela en su primera aparición desde el arresto domiciliario https://t.co/BJ4RPUT18c pic.twitter.com/S3D0wcbNIA
— infobae (@infobae) 9 de julio de 2017