Washington volvió a exhibir su poderío militar junto a sus aliados desplegando en la península coreana dos bombarderos estratégicos en respuesta al misil intercontinental (ICBM) lanzado el viernes por el régimen de Pyongyang. El Pentágono envío dos bombarderos B-1B desde su base de Andersen, en la isla de Guam (Pacífico Occidental), para que participaran en ejercicios combinados con las fuerzas aéreas surcoreanas y japonesas, que desplegaron por su parte cazas F-15K y F2, respectivamente.
“Esta misión es una respuesta directa al lanzamiento provocativo de misiles balísticos por parte de Corea del Norte”, explicó en un comunicado la Séptima Fuerza Aérea estadounidense. “Corea del Norte sigue siendo la amenaza más acuciante para la estabilidad regional”, afirmó en el texto el general Terrence J. O’Shaughnessy, comandante de las Fuerzas Aéreas del Pacífico.
“La diplomacia sigue estando al frente. Sin embargo tenemos una responsabilidad con nuestros aliados y nuestra nación a la hora de mostrar nuestro compromiso inquebrantable y de prever el peor de los escenarios”, añadió O’Shaughnessy. El militar advirtió que las tropas están listas para responder de manera “rápida, letal y abrumadora en el momento y lugar elegido” si fuera necesario.
No es la primera vez que el Pentágono decide desplegar estos aviones para hacer maniobras con sus aliados en respuesta ante lo que considera actos de provocación norcoreana. Ya los envió a las inmediaciones de la península coreana tras el misil intercontinental (ICBM) que lanzó el pasado 4 de julio el régimen de Kim Jong-un y a finales de mayo después de que Pyongyang disparase un proyectil de corto alcance.
Washington lo desplegó también el pasado 20 junio tras el anuncio de la muerte del estudiante estadounidense Otto Warmbier, que falleció después de ser enviado de vuelta a Estados Unidos en estado comatoso tras pasar 17 meses detenido en Corea del Norte.
El despliegue estadounidense pretende responder al lanzamiento el pasado viernes de un ICBM, el segundo que prueba con éxito en su historia Corea del Norte. El misil, un Hwasong-14, voló 998 kilómetros durante unos 47 minutos y alcanzó una altitud máxima de 3.724,9 kilómetros antes de caer en el Mar de Japón (llamado “Mar del Este” en las dos Coreas).
Corea del Norte consideró un éxito la prueba y aseguró que puede alcanzar cualquier parte de Estados Unidos con este arma. Sin embargo, los expertos dudan que Pyongyang pueda equipar aún cabezas nucleares en los misiles o lograr que éstos efectúen correctamente la reentrada en la atmósfera (algo indispensable para golpear con precisión un objetivo).
El ministro de Defensa de Corea del Sur, Song Young-moo, dijo que el país mejorará su sistema de misiles Patriot para proteger especialmente la capital, Seúl, y sus zonas aledañas (la región capitalina suma unos 20 millones de habitantes) de un potencial ataque norcoreano.
Por otro lado, varios partidos de la oposición criticaron la política de defensa y la oferta de diálogo planteada por el presidente liberal Moon Jae-in la semana pasada al régimen norcoreano, que sigue sin dar todavía una respuesta al respecto.
El parlamentario Kim Young-woo, del conservador partido Bareun y presidente de la comisión de Defensa en el hemiciclo subrayó que “la prueba de misiles del Norte es una dura respuesta a la iniciativa de Moon” y censuró que el actual Ejecutivo haya decidido efectuar un estudio de impacto medioambiental del escudo antimisiles THAAD.