CEDESA, el Centro de Desarrollo Social Aplicado de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL), surgió de una propuesta presentada por la Facultad. En el 2006 fue aprobado como centro de la ESPOL, cuyo objetivo era integrar a la comunidad politécnica de forma directa a la problemática de la sociedad involucrando a profesores y estudiantes de la Facultad en actividades que permitan un mejor desarrollo socieconómico y más justo.
En CEDESA tiene dos componentes: uno relacionado al dictado de la materia complementaria Desarrollo Social y Voluntariado y otro que involucra las prácticas de Servicio Comunitario que realizan los alumnos como requisito de formación. Ambos componentes tienen la misma meta, ayudar a los sectores vulnerables y grupos de atención prioritaria. La diferencia radica en que en el de servicio comunitario, el estudiante debe aplicar los conocimientos adquiridos durante su formación académica. En la materia Desarrollo Social y Voluntariado, se ha trabajado con las Fundaciones de Asperger, Banco de Alimentos, Fundación Clemencia, Techo, Hospital León Becerra, Unidad Educativa San José del Buen Pastor. De estas actividades de voluntariado, también han surgido proyectos de servicio comunitario, por ejemplo, existió uno con la Fundación Sor Dominga Bocca con el Proyecto ‘Yo aprendo, Yo emprendo’. La idea fue crear una panadería y que las niñas aprendan esta actividad para que una vez que cumplan 18 años tengan como sustentarse.
A partir de mayo de 2015 se aplicó el artículo 87-88 de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) en la que se dispone que para que los estudiantes se gradúen requieren 160 horas, como mínimo, de Práctica de Servicio Comunitario. CEDESA también tiene a su cargo esa área y por lo tanto ha emprendido algunos proyectos sociales bajo esta categoría.
CEDESA y sus proyectos emblemáticos
Esta área ha trabajado proyectos para diferentes espacios y grupos sociales con resultados positivos. Por ejemplo, se trabajó el proyecto Formación Activa del Adulto Mayor (FAAM), el mismo que comprendió cuatro etapas. La primera etapa se inició en el 2014, involucrando a adultos mayores que viven en los sectores marginales de Guayaquil, cercanos a la ESPOL. Al inicio se contó con 40 participantes. Luego, en la cuarta etapa, el número se duplicó. El trabajo consistía en que los adultos mayores plasmen su sabiduría tradicional en una idea de negocio y así emprender. Algunos de ellos contaban con sus propios negocios, lo fortalecieron y mejoraron porque se les dio capacitación de planes de negocio que incluía la parte financiera. Un apoyo fundamental fue el otorgado por el Ministerio de Inclusión Económico y Social.
Otro proyecto, ‘Mis manos son tus ojos’, que se dio en el 2012, se trabajó junto a la Asociación de Personas con Discapacidad Visual. Dos personas de este grupo lograron emprender y tienen su fuente de ingresos. Precisamente, la idea de esto es, además, lograr emprendimientos futuros con la aplicación de los proyectos.
En esta línea de proyectos, se firmó convenio con SETEDIS en el 2013 para la inclusión productiva de personas con algún tipo de discapacidad. Además, con el Ministerio de Relaciones Exteriores se realizó la formulación de perfiles de negocios para migrantes retornados, quienes obtuvieron sus planes de negocios; en lo posterior pueden presentarlos –por cuenta propia- a una entidad financiera para su aprobación.
Con la Fundación Children International se trabajó en la primera etapa del proyecto ‘Joven Emprendedor’ con la idea de que jóvenes que fueron beneficiarios de esta organización, hoy mayores de edad, obtengan las herramientas para formular planes de negocios para lo cual se capacitaron en el estudio de mercado, técnico-operativo y financiero. En la segunda etapa se va a hacer la presentación de estos planes de negocio a entidades financieras. Se tiene un segundo proyecto que se va a llamar ‘Señoras Emprendedoras’, que será realizado en el 2018 con las madres de los jóvenes beneficiarios del primer proyecto.
Pero, este tipo de trabajos también se extienden a los sectores urbano marginales de la ciudad, como por ejemplo Bastión Popular, en el que se desarrolló el proyecto “Asesoría tributaria para la formalización de negocios.
Otro espacio que se ha abierto es la responsabilidad social corporativa, que muchas empresas deben cumplir, que unido a la responsabilidad social universitaria se fortalecen mediante la implementación de proyectos sociales. El primero en el que estamos trabajamos es con la Empresa Produmar S.A., ubicada en el recinto La Unión. La idea es aunar esfuerzos para que la universidad y el sector productivo creen un impacto positivo en este lugar.
Otro proyecto se realizó con la Asociación de Productores de Cacao, Beldaco, en la que la idea principal fue la transformación de la pepa de este fruto en pasta de cacao, con la finalidad de que los miembros de esta asociación den un valor agregado y diversifiquen su oferta. También, con la Fundación Cerro Verde se lleva adelante un proyecto con las comunas del Golfo de Guayaquil. Es decir, que los usuarios de Manglar Cerritos de Los Morreños, trabajen sin deteriorar el medio ambiente y evitando la depredación de la especie, a través de un estudio de comercialización sustentable del cangrejo rojo y ostión de manglar.
CEDESA mantiene una planificación por semestre y durante este espacio de tiempo se desarrollan entre seis y ocho proyectos en donde se involucran los estudiantes. En cada proyecto se involucra alrededor de 25 estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la ESPOL. Ellos forman parte de las carreras de Economía, Licenciatura en Administración de Empresas e Ingeniería de Negocios Internacionales, además de las otras carreras de la ESPOL. Por ejemplo, en el caso del proyecto que se ejecuta con la empresa Produmar, hubo la necesidad de hacer una cartografía actualizada del lugar a intervenir y se requirió la participación de estudiantes de la Facultad de Ingeniería en Geología para su diseño. Con la participación de estudiantes de varias carreras, le permite a la universidad desarrollar proyectos multidisciplinarios, y resolver de manera integral las problemáticas de los sectores vulnerables, creando un mayor impacto.
La interacción de la academia con los grupos vulnerables
Con la participación de la comunidad académica en la formulación y desarrollo de proyectos sociales ha permitido cumplir con parte de la misión de la ESPOL “formar profesionales socialmente responsables, para servir a la sociedad”. En ese sentido los estudiantes agradecen el compromiso de la ESPOL al permitirles ser parte de una realidad que -en muchos casos- la desconocían. Ellos aprenden a no ser egoístas con el conocimiento, que les sirve para resolver en cierta medida los problemas ajenos. Así, los alumnos se involucran con problemas reales. Los estudiantes dicen: “gracias por sacarnos de la zona del confort”.
El papel de las autoridades gubernamentales y la empresa privada
Es necesario que para que estos proyectos se acerquen a la realidad, se debería trabajar bajo un marco legal que nos permita conectar los resultados de los estudios de investigación como insumo para la ejecución de los proyectos de vinculación; lo que permitiría intervenir directamente con la solución al problema identificado.
La idea es que los sectores en los que interviene, no se queden en una fase de esperanza y expectativa, pues es muy fácil hacer el proyecto por un tiempo y dejarlo ahí. Por eso, todo acompañamiento y aporte hecho de la ESPOL debe conllevar a que se convierta en proyecto sostenible y sustentable.
Uno de los objetivos, actualmente, es captar la atención de la empresa privada. Se ha iniciado con un proyecto con la empresa camaronera PRODUMAR, en el que se ha logrado un compromiso entre la responsabilidad social corporativa y la responsabilidad social universitaria.