El triunfo de Emmanuel Macron en Francia puede ser entendido como una conjunción de varios factores. Primero porque los votos que recibió no fueron sólo a su favor. Una gran parte de la votación que él recibió eran también votos en contra de Marine Le Pen. Eran votos de personas que temían la llegada a la Presidencia de Francia de alguien de extrema derecha.
Adicionalmente, a favor de Macron jugaron otros factores ajenos a su campaña. Por ejemplo, está la división de la izquierda entre Benoît Hamon, del Partido Socialista, y Jean-Luc Mélenchon, de la izquierda extrema. Ninguno de los dos pasó a la segunda vuelta, pero entre ellos se fueron restando y permitieron finalmente la llegada de Macron. El Partido Socialista Francés no ha registrado una votación tan baja en unas elecciones desde hace cuarenta o cincuenta años.
Por el lado de la derecha ocurrió algo parecido. Ahí no fue una división entre dos candidatos, sino entre los que estaban a favor o en contra de François Fillon, por el escándalo de nepotismo en los contratos de su esposa, Penélope Fillon.
Estas divisiones en la izquierda y la derecha, sumadas al temor de que Marine Le Pen llegue a la Presidencia, coadyuvaron en el triunfo de Macron, un candidato, además, bastante mediático.
Macron había sido ministro de Finanzas de François Hollande, era una figura pública muy conocida por la prensa antes de la campaña. A los ecuatorianos nos puede sonar familiar esto, porque pasó lo mismo con Rafael Correa. Primero fue ministro de Finanzas de Alfredo Palacio y después se lanzó a la candidatura a la Presidencia y la ganó, igual que Macron.
Marine Le Pen es heredera Jean-Marie Le Pen, el fundador del Frente Nacional, y en sus inicios ese Partido tenía muchos focos negros por el asunto antisemita, antimigración, aspectos que eran extremadamente fuertes en su discurso.
Pero fueron todas estas conjunciones las que permitieron a Macron llegar primero bien a la segunda vuelta, por arriba de Marine Le Pen y después hacerse con la Presidencia. Y la mayoría fueron fortuitas. En otras elecciones, con una extrema derecha consolidada, tal vez Macron no hubiera ganado.
Marine Le Pen es heredera Jean-Marie Le Pen, el fundador del Frente Nacional, y en sus inicios ese Partido tenía muchos focos negros por el asunto antisemita, antimigración, aspectos que eran extremadamente fuertes en su discurso. Marine Le Pen fue suavizando el partido fundado por su padre y logró darle una mayor acogida.
En estas elecciones, Le Pen sacó una de las mejores votaciones del Frente Nacional, pero era imposible imaginar su triunfo sin sumar alianzas con otros partidos y por su mismo discurso. Los franceses ven en ella la encarnación del discurso nacionalista, antieuropeo, de extrema derecha…
Y en las elecciones francesas pesó mucho el discurso proeuropeo. Hay muchas personas que ven en Europa una esperanza para todos los ciudadanos. Incluso en Reino Unido hay sectores todavía opuestos al Brexit: Irlanda, Escocia, (…) están contrarios a la salida de Gran Bretaña de Europa. En Francia, la mayoría ve en esa comunidad un futuro y, por lo tanto, era lógica su oposición a un discurso como el de Marine Le Pen.
El discurso proeuropeo de Macron captó la atención de mucha gente que estaba a favor de permanecer en Europa. Su posición de fortalecer la Unión Europea y permanecer en ella es el espíritu francés. Eso pese a que en el origen de la Europa unida, cuando eran los seis nada más, hubo un incidente porque Inglaterra quería entrar a la Unión Europea y quien se opuso fue Francia.
En esa época estaba de presidente el general Charles de Gaulle, quien vetó dos veces su entrada porque Inglaterra quería mantener ciertos privilegios dada su situación imperial y su relación especial con la Commonwealth. No deseaba sujetarse a todas las condiciones reclamadas a los países extracomunitarios.
Macron ahora tiene la oportunidad de ser un líder en el contexto europeo por dos razones. La primera es su imagen positiva al interior de su país, lo cual puede favorecer para impulsar su imagen al exterior, y después está el hecho de que los otros países europeos vieron en él su única esperanza para mantener unida la comunidad europea.
Muchos países temían que un triunfo de Le Pen llegue a significar el retiro de Francia de la Unión Europea. Es decir, Macron ahora tiene la posibilidad de proyectar una buena imagen desde su propio trabajo, pero también puede ser ayudado por los otros países europeos.
Macron debe estar consciente que debe liderar la lucha por la seguridad al interior de Francia, porque el pueblo así lo está exigiendo. Ese fue uno de los puntos que más atacó Marine Le Pen a la campaña de Macron.
El futuro de Macron, sin embargo, mucho dependerá de cómo se desenvuelva en su primer año de Gobierno, de cómo consolide su partido y de las elecciones legislativas que se avecinan. Una buena señal, por el momento, es el apoyo que ha dado Manuel Valls a Macron. Un triunfo en las legislativas convertiría a su partido en una tercera fuerza política francesa.
Ahora, una de los primeros problemas que Macron deberá afrontar ya en su mandato es el tema de la seguridad. Francia ha estado en primera línea en el combate al terrorismo y, por lo tanto, ha sido también objeto de varios ataques en su territorio en los últimos años. Macron debe estar consciente que debe liderar la lucha por la seguridad al interior de Francia, porque el pueblo así lo está exigiendo. Ese fue uno de los puntos que más atacó Marine Le Pen a la campaña de Macron.
Marine Le Pen, para atemorizar a los votantes, lo acusó de ser parte de una mundialización alegre, lo acusó de ser pro-apertura de mercados y de no defender la producción interna.
Francia votó no sólo en contra de la no globalización, sino en contra de que la extrema derecha pueda acceder al poder, en contra de una salida de la comunidad europea, en contra de criminalizar y cerrar completamente las puertas a la migración.
Este discurso de la extrema derecha azuza el temor de que la globalización hace perder la identidad y la economía de los países. Pero ese temor no solo existe en Europa, fue un discurso similar el que permitió la elección de Donald Trump en Estados Unidos: uno que propugna la revisión de los acuerdos comerciales, el freno a la migración, el cierre de las fronteras. (…) Es un temor que está latente en las poblaciones, pese a que los procesos de mundialización y de globalización, hasta cierto punto, son irreversibles.
Y son irreversibles porque cada vez hay mucho más comercio entre los países, se está adquiriendo materias primas en otros lugares, es posible trabajar en otros sitios gracias a la tecnología.
Pero Francia votó no sólo en contra de la no globalización, sino en contra de que la extrema derecha pueda acceder al poder, en contra de una salida de la comunidad europea, en contra de criminalizar y cerrar completamente las puertas a la migración. Francia aún sigue siendo “liberté, égalité et fraternité” y esperemos que lo sea por mucho tiempo más.