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Caracas quedó convertida en una ciudad de pánico y anarquía

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Gente corriendo por las calles, tapándose la cara con lo que podían para evitar los gases, motos por las veredas, gritos y desesperación fueron imágenes comunes en las calles de Caracas. Una escena estremecedora que resume el cóctel explosivo que vive el país en esta rebelión popular contra el gobierno de Nicolás Maduro, y su decisión de convocar a una polémica Asamblea Constituyente sin aval del Parlamento.

La nueva ola de protesta comenzó hace un mes, reseña Clarín, pero la del miércoles fue la de un ensañamiento particular de la Policía Nacional y la Guardia Nacional Bolivariana. El saldo: un adolescente muerto y 180 heridos.

“Asesinos, asesinos, van a terminar en la cárcel”, les gritaban los manifestantes a los motorizados, que volvían a atacarlos. Una chica con el rostro tapado pedía “¡Resistencia, resistencia¡”

Los cuerpos militarizados disolvieron la concentración principal en el distribuidor Altamira, y luego persiguieron a los grupos por calles aledañas, plazas y recovecos del este de la ciudad, lanzando una lluvia de gases lacrimógenos y balas de goma.

Algunos manifestantes respondieron con piedras y cócteles molotov a las fuerzas militarizadas, que utilizaron los carros blindados para lanzar chorros de agua y obligarlos a retroceder. Una tanqueta llegó a arrollar a los manifestantes.

Los grupos iban y venían, se escabullían por pasillos y patios. La gente los dejaba entrar y les daba agua, trapos mojados para contener el ácido tóxico de los gases. “Asesinos, asesinos, van a terminar en la cárcel”, les gritaban los manifestantes a los motorizados, que volvían a atacarlos. Una chica con el rostro tapado pedía “¡Resistencia, resistencia¡”

La gran manifestación se vio en el distribuidor Altamira, una zona emblemática de las protestas. La heterogénea multitud, donde había gente de todas las edades, intentó llegar al Parlamento, pero se lo impidieron. “Este es un río, es un río que va a sacar al mal parido”, coreaban con ritmo caribeño. Luego empezó la represión fuerte.

Armando Cañizales, de 17 años, murió en el barrio de Las Mercedes cuando un cartucho de gas lacrimógeno le impactó en el cuello. Según el alcalde del municipio, Gerardo Blyde, el adolescente “sufrió un trauma penetrante sin salida que le produjo un shock y paro cardiorespiratorio”.

Hubo otros cuarto muertos, aunque no directamente por los enfrentamientos. Esto eleva a 38 el número de fallecidos en las últimas cuatro semanas.

Yonathan Quintero, de 21 años, falleció la noche del martes de un disparo de arma de fuego recibido en medio de un saqueo en Valencia. Un motociclista de 28 años (Angel Moreira) fue arrollado por un vehículo que intentaba eludir a los manifestantes en Caracas, y otras dos personas murieron cuando volcó el micro en el que viajaban al esquivar una barricada en Carabobo.

Los heridos sumaron 180.

Los venezolanos vienen reclamando elecciones inmediatas con masivas protestas, pero esta semana se agudizó el malestar con la convocatoria del presidente Maduro a una Asamblea Nacional Constituyente, conformada por simpatizantes del gobierno.

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