El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha decidido proclamar los resultados oficiales del proceso electoral para dar como ganador de la segunda vuelta electoral al binomio Lenín Moreno-Jorge Glass, los candidatos del oficialismo para continuar el proyecto de lo que el Gobierno ha dado en llamar la revolución ciudadana.
Los presidentes de varios países, como Perú, Chile, Argentina… y hasta el mismo secretario general de la OEA han hecho pública su felicitación a Lenín Moreno y le han ofrecido trabajar juntos, mientras puertas adentro el otro binomio: Guillermo Lasso y Andrés Páez, ha pedido un recuento voto a voto tras denunciar un fraude electoral. Una serie de inconsistencias avalarían esa denuncia.
Tres días de protestas han caldeado el ambiente político en el país. Primero fue Quito y el martes una de las protestas más fuertes ocurrió en Guayaquil con la toma del puente de la Unidad Nacional y el retiro de una valla de los candidatos del oficialismo proclamados como ganadores por el CNE.
El Consejo Electoral ha pecado por falta de transparencia en este proceso. Primero por una serie de afirmaciones y desmentidos, como la prohibición a los ciudadanos de tomar la foto a su voto y compartirla en redes sociales; ante la avalancha de críticas, reculó. Igual pasó con la decisión de poner fiscales en los recintos electorales para vigilar a los ciudadanos. También reculó.
El CNE es una herencia de la Constitución de Montecristi que diseñó un modelo hiperpresidencialista con consejeros leales a un partido o movimiento político hegemónico. Y es contra ese modelo que se levantan las protestas, porque desde el lado de la oposición se duda de toda la institucionalidad del Estado. Hay dudas que deben ser aclaradas, no solo para satisfacer a la oposición sino por la legitimidad de un nuevo Gobierno que necesita de un puente de unidad nacional.