La imagen lo resumía todo. La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, sentada junto al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, al que acusó de todo, desde las acciones injerencistas de la OEA en Caracas, gracias a su mediación, por la convocatoria de una reunión extraordinaria este martes para evaluar la crisis venezolana.
“Mentiroso, malhechor y traidor a la dignidad diplomática”, dijo la canciller sobre Almagro, sentada a escasos centímetros de él. Rodríguez, desligándose del vocabulario diplomático habitual, le acusó de ser un oscuro personaje obsesionado con desestabilizar y acabar con la revolución bolivariana.
“Alertados por las graves acciones que desde la OEA se vienen cometiendo contra nuestro país, vemos con preocupación que desde la llegada de Almagro su gestión se ha dedicado a agredir obsesivamente a Venezuela -dijo-. Un objetivo los vincula, crear el ambiente en la comunidad internacional de que algo grave ocurre en Venezuela que justifique la intervención”.
El secretario general de la OEA no actúa solo, dijo la canciller, “es conducto de los mandatos que desde esta ciudad (Washington) le dictan. Carece de imparcialidad al organizar un campaña con recursos de la OEA para desestabilizar a Venezuela. Es un traidor a lo que representa la dignidad. Está al servicio de factores imperiales”.
Una declaración divulgada el pasado jueves, firmada por 14 países y apoyada por otros cuatro, insiste al régimen de Nicolás Maduro a liberar a sus presos políticos y devolver la legitimidad a los procesos democráticos.
Una declaración apoyada por Almagro, quien comparó a Venezuela con una dictadura y sugirió hace dos semanas en un voluminoso informe de 75 páginas suspender de la OEA al país, conforme a la Carta Democrática Interamericana, en caso de que no convoque en breve a elecciones generales libres.
Nadie dijo nada ante la arremetida de la canciller venezolana. Sus aliados se limitaron a un tácito apoyo y sus cuestionadores prefirieron el silencio hasta este martes en que se votará una histórica resolución.
Puede que sea una declaración tardía, pero Venezuela está en un punto de quiebre desde hace mucho tiempo. Y está resolución de la OEA, en caso de aprobarse, puede ser un verdadero punto de quiebre.