Santiago Bucaram, doctor en Economía de Recursos Naturales por la University of California at Davis y director del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, en una entrevista con LA CONVERSACIÓN hizo una radiografía del debate de los siete candidatos a la Presidencia de la República organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil el miércoles 25 de enero, en el que el gran ausente fue el candidato del oficialismo, Lenin Moreno.
“La organización del debate entre los siete candidatos a la Presidencia de Ecuador dejó mucho que desear. Hubo aspectos técnicos que generaron distracción y confusión para las personas que seguíamos el evento desde nuestros hogares. Algo, también muy evidente, fue el sesgo de la organización y de la moderadora, Andrea Bernal, para favorecer a la candidata Cynthia Viteri. Fue algo que se percibió y que dejó un mal sabor de boca a todos los que vimos el debate pues esperábamos un formato más imparcial. En lo que respecta a las preguntas, estas fueron muy generales y no hubo oportunidad para profundizar en los temas que la ciudadanía estaba interesada. Hay que destacar que esta tarea de profundizar en los temas recaía en la moderadora, la que también en este aspecto quedó en deuda, ya que pareció que la misma se ciñó a un guion sin ir más allá a lo que estaba escrito en el papel. De ahí que, cualquier persona que pudiera haber leído las preguntas pudiera haber hecho su rol en el debate.
En lo que se refiere a los candidatos, fue muy deplorable la actitud de Cynthia Viteri, quien se dedicó a atacar a Guillermo Lasso, en lugar de enfocarse a plantear sus propuestas y tratar de explicar en el poco tiempo que tenía cada una de ellas. Eso fue percibido como una acción de inmadurez y de irrespeto a los espectadores y televidentes. Además, fue una mala estrategia para su candidatura la cual estaba repuntando para ser la segunda más opcionada. Su comportamiento no se aleja mucho de la agresividad e intolerancia que se le critica al gobierno; algo muy negativo para sus aspiraciones presidenciales. De ahí que, sin lugar a dudas podemos concluir que con su actitud la candidata Viteri le dio un tiro en el pie a sus posibilidades para llegar a Carondelet.
Patricio Zuquilanda y Washington Pesántez mostraron un discurso político desorganizado, con ideas muy confusas. Lo que si quedo claro con ellos es que no son opciones presidenciales válidas y lo que deberían hacer después de este debate, por respeto a la ciudadanía, es retirarse de la carrera por la Presidencia.
Iván Espinel parecía un imitador de Rafael Correa, lo cual se puede explicar fácilmente si recordamos que Espinel es un político de la cantera de Alianza País. Todos sus intentos por despegarse del oficialismo se sentían ensayados y revelaban a alguien claramente entrenado por ese movimiento. Su estilo descalificador y agresivo con propuestas no concretas nos hacía recordar a Rafael Correa y sus sabatinas.
En el caso del candidato Bucaram, se percibió su nerviosismo por el hecho de que era su primer debate televisado. Sin embargo, pudo desenvolverse adecuadamente desde la segunda mitad del debate. En los temas principales, como empleo e impuestos, coincidió con todos en la necesidad de reducir la carga tributaria y flexibilizar el mercado laboral y en el tema de la Ley de Comunicación, quedó claro que su objetivo no es eliminar dicha ley sino reformarla pues él cree que la misma es necesaria para evitar los excesos que los comunicadores cometían antes del Gobierno de Rafael Correa.
Hay que destacar a Paco Moncayo, quien fue el de mayor altura en todo este debate. Fue la persona más madura y con mayor inteligencia emocional entre todos. Quedó claro cuáles son sus propuestas, al igual que su sesgo ideológico hacia favorecer la intervención del Estado como mecanismo máximo para solucionar todos los problemas de la economía ecuatoriana.
La participación de Guillermo Lasso también es destacable. Aunque pudo haber sido más contundente, tuvo mucho autocontrol y respeto, especialmente después de los ataques de Viteri y de los otros candidatos. Sus respuestas siempre fueron conciliadoras y nunca contenciosas. En cuanto a sus propuestas, si nos quedó debiendo, pues nunca explicó cómo iba a generar un millón de empleos, la cual es la interrogante más importante que tenemos todos los ecuatorianos. Prometer un millón de empleos es una cosa y cumplir esa promesa es otra. Otra de las cosas que quedaron en el aire en la intervención del candidato Lasso fue el tema de los 14 impuestos. Si bien en esa lista hay impuestos que sí son necesarios eliminar, hay otros como el impuesto verde cuya eliminación es anti técnica y atentatoria contra el bienestar de los ciudadanos. El único momento en que su propuesta de eliminación de impuestos fue cuestionada, fue cuando se le inquirió sobre cuál es la racionalidad de eliminar el impuesto a los activos en el exterior. Lo lamentable es que este cuestionamiento debió haber venido de parte de la moderadora y no de parte de la candidata Viteri, por lo que una duda válida quedó completamente descalificada por quien increpaba.
Pero esta fue la tónica del debate, haciendo que queden temas importantes en el aire. Pero es más grave con las propuestas de Lasso, dada su probabilidad de llegar a Carondelet comparado con los otros candidatos. Entre otros temas que no se profundizaron en las propuestas de Lasso tenemos la manera que se implementaría y la racionalidad detrás de la Ley del primer emprendimiento (en especial si empíricamente se sabe que los emprendedores son una minoría en la población de cualquier país), o discutir sobre las ventajas y las posibilidades de que Ecuador forme parte de la Alianza del Pacífico. ¿Cuál es el beneficio de impulsar la adhesión a dicha alianza, si dicha iniciativa fue desahuciada con la decisión de Donald Trump de retirar a los Estados Unidos de la misma? (y ese grupo sin Estados Unidos no tiene lógica). Adicionalmente, hubiera sido interesante que la moderadora pudiera replicar preguntando al candidato Lasso: ¿Qué sentido tiene, al día de hoy, hablar de un acuerdo comercial con Estados Unidos, cuando al día de hoy, Washington tiene una política clara de proteccionismo y de cierre hacía el mercado internacional?
Un moderador con un conocimiento más allá de las preguntas y de cada uno de los temas sobre los que se discutía hubiera cuestionado las respuestas no solo del candidato Lasso sino de todos y cada uno de los otros candidatos presentes, y demostrar que muchas de las promesas son solo demagogia.
Ahora, hay que acotar que en el debate no se habló de cómo crear empleo, simplemente se habló de flexibilidad laboral y el empleo por horas. Pero nadie habló de que aún no salimos de la crisis, y por ende promesas de creación de empleos son difíciles de cumplir, más aún cuando lo que se requiere es un ajuste en el sector público que pudiera implicar la pérdida de plazas de trabajo. Con respecto a esto, ningún candidato tuvo la valentía de hablar de las medidas dolorosas que se deberán tomar este año y el próximo para superar el legado del correismo, que es una economía en crisis y con alto endeudamiento. Por el contrario, en algunos tramos, el debate se convirtió en un mercadillo de ofertas irreales, que solo se las podría cumplir si la economía estuviera boyante.
En conclusión, todos los candidatos hicieron promesas bajó un marco de realidad alterna en que la situación del país está perfectamente bien y ninguno reconoció que los días que tenemos en frente serán duros, no solo por los problemas internos sino también por problemas externos como la apreciación del dólar y el cierre del mercado estadounidense.
Por fuera también quedaron temas muy importantes como el de la educación lo cual refleja claramente el sesgo del debate hacia los intereses del sector empresarial. Tampoco se habló sobre los planes de protección social, y si estos se los eliminarían o no dada la crisis de liquidez que sufre el gobierno (y si se los mantendría de qué manera se lo haría).
Si tuviera que dar una calificación del uno al diez a este debate yo le daría un seis, porque los temas simplemente fueron presentados como eslóganes y no fueron profundizados. Claro que se debe resaltar el hecho de que la Cámara de Comercio de Guayaquil tomó la batuta para hacer algo que no le correspondía y al menos nos ayudó a escuchar en un mismo foro a siete candidatos. Eso evidenció también la necesidad de tener varios debates presidenciales en épocas de elecciones, porque existe la necesidad de separar con evidencias y hechos los ofrecimientos demagógicos de las propuestas serias.
Finalmente, la ausencia del candidato oficialista en ese foro fue una falta de respeto a todo el pueblo ecuatoriano, porque todos los ciudadanos tenemos derecho a conocer sus propuestas y si las mismas se encuentran fundamentadas en hechos o son tan solo promesas vacías. Era el momento para que Moreno, no solo como candidato sino como representante de su movimiento político, Alianza País, pueda contestar preguntas incómodas como las de la corrupción en el gobierno actual, en especial, porque al día de hoy los escándalos de corrupción generan un velo de sospecha sobre su candidato a la vicepresidencia. Además, la poca confianza en Moreno puede decirse que se ha deteriorado, en el sentido de que, si él le corre a un debate como el de la Cámara de Comercio de Guayaquil, mal estructurado y que dejó mucho que desear, cómo sentir la confianza de que siendo Presidente va a poder enfrentar problemas realmente serios.
El debate del miércoles fue una nimiedad comparada con los problemas que debe superar un Presidente; por lo que, hay la incertidumbre de que Moreno tendrá el temple para dirigir este país. Una pena realmente pues es el candidato con mayores opciones para ganar la Presidencia y tenerlo en el poder genera dudas de su capacidad para la resolución de problemas.”