Un candidato a Presidente, sea del país que sea, puede exponer propuestas para hacerse más popular, pero el momento en que gana las elecciones, la popularidad no es un fin, es un medio para lograr sus objetivos.
En Estados Unidos –por ejemplo- Harry S. Truman fue uno de los presidentes que terminó su mandato con más baja popularidad. Sin embargo, ayudó económicamente a Grecia y fue el que implementó el Plan Marshall y por lo tanto es considerado uno de los mejores presidentes de Estados Unidos después de la posguerra. En ese sentido, la popularidad no afectó sus decisiones y su forma de gobierno.
Ahora, se ha esperado que Donald Trump en campaña diga una serie de cosas, pero ya está gobernando. Cuando él se de cuenta de la realidad y comprenda la importancia del cargo debería comportarse como estadista. Ha comenzado a cumplir con sus ofrecimientos de campaña en relación a la construcción del muro en México, eso es peligroso, el flamante Presidente debe entender que el socio comercial natural de ese país es América Latina, debe entender que sí hay un efecto con un daño en la economía latinoamericana. En un mundo globalizado esta medida va a afectar a Estados Unidos por la inmensa cantidad de latinoamericanos que hay en ese país y porque los latinoamericanos son considerados la primera minoría. Entonces, se espera que el Presidente de los Estados Unidos observe los indicadores antes de tomar en práctica sus medidas, que ahora constan en decretos.
Es preciso reconocer que Donald Trump nunca ha ejercido un cargo público, por lo tanto la falta de experiencia le puede jugar una mala pasada. Ojalá que en los próximos días el señor Trump entienda la importancia de ejercer ese cargo.
Además, es necesario resaltar que a todo Presidente se le da siempre un tiempo de 100 días para evaluar su mandato. Esto se hace desde la antigüedad, desde el tiempo en que Napoleón Bonaparte regresó a Francia a gobernar, ahí se establecieron 100 días para ver que hacía.
Los presidentes, tanto de Estados Unidos como de México se necesitan mutuamente porque un efecto de la economía mexicana va a afectar a los Estados Unidos. Eso quiere decir que hay una relación bastante fuerte. Sin embargo, la actitud de Enrique Peña Nieto (México) es coherente. ¿Cómo puede reunirse con el Presidente de Estados Unidos si pretende imponerle un muro?
Levantar un muro no es la solución a la migración. Ese no es el factor. Lo mismo ocurrió cuando los reyes se fueron a vivir en Versalles diciendo que no allí no va a entrar el pueblo y el pueblo se tomó Versalles, entonces –reitero- elevar un muro no es la solución.
Otro ejemplo de ello viene de esta misma nación. El presidente John F. Kennedy fue a Alemania y dijo que hay que terminar con el Muro de Berlín. Ahora, en esta etapa de globalización no es una época de muros, el problema está en las injusticias internacionales que dan como consecuencia situaciones fuera de lugar, en el hambre.
En ese sentido, el presidente Trump está cometiendo un error con su vecino, México. Si desea corregir la situación migratoria se pueden tomar medidas, pero definitivamente el muro no es una solución.
Donald Trump está generando un problema en donde no lo hay, él tendrá otros problemas. En el mundo actual hay una serie de problemas y el está generando algo que no tiene razón. Además debe tener prudencia y templanza para poder ejercer el cargo, no solo en su beneficio, en el de estados Unidos y en el de todo el mundo.