Si algo impresiona de los presuntos correos, chats de WhatsApp y demás del candidato a vicepresidente por el movimiento CREO, Andrés Páez, es la capacidad que tienen ciertos organismos, personas o grupos para espiar, violar la intimidad de las personas y sacar a relucir sus supuestas comunicaciones privadas sin autorización de un juez, como manda el nuevo Código Penal. Es decir, la capacidad de cometer un delito a vista y paciencia de las autoridades competentes. Y lo peor es que eso sea celebrado en redes sociales como un triunfo de la transparencia. ¿Dónde está la transparencia en otros asuntos de interés público?
¿Quién nos espía? ¿Quién vulnera nuestra privacidad día a día? Celebramos a Assange y Snowden porque revelaron una forma de espionaje desde el poder público, desde las agencias de inteligencia y las grandes multinacionales de la era digital al ciudadano común, y dejamos pasar que alguien nos muestre que cualquiera puede ser espiado en este país.
Algo anda mal por estos lares. ¿Quién espía a la gente y tiene inmunidad para hacerlo? ¿Por qué dejar hacer que nuestra intimidad, buena o mala, perversa o bondadosa, sirva para ser objeto de chantajes, de amenazas, de voces en off? Si alguien cometió un delito, ¿por qué no poner una denuncia en una instancia judicial y que el acusado tenga al menos el derecho a la defensa? ¿Cuándo se institucionalizó en este país el derecho a la calumnia?