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Tras el Día de Inocentes

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Fue como si todo fuera una inocentada, pero no porque son realidades algo absurdas que parecen querer volverse cotidianas en el país. Primero, en horas de la mañana del día siguiente después del Día de Inocentes ya era vox populi la fiesta armada por unos funcionaros de la empresa pública Inmobiliar en una casa que estaba bajo custodia del Estado, porque había sido incautada en una investigación sobre un caso de corrupción.

Es decir, la casa debía estar bajo siete llaves porque era parte de una investigación y el deber de las autoridades era proteger la cadena de custodia. Esa casa venía a ser una evidencia de un posible caso de enriquecimiento ilícito. Pero no. Los ahora exfuncionarios públicos solo abrieron la casa y armaron su fiesta de Fin de Año y cuando la Policía llegó a verificar qué pasaba trataron de cerrarles las puertas en sus narices.

Casi a renglón seguido, en una declaración en una canal de televisión, la exjueza Lorena Collantes que es investigada por un bochornoso suceso en Urdesa, en Guayaquil, llega a declarar que nada de esto estaría pasando si estuvieran vivos Roosevelt y Martin Luther King. Tratar de hallar algo de lógica en un hecho y una declaración termina por resultar algo ilógico.  Es como si la realidad estuviera mutando, como si lo ilógico en realidad fuera lo lógico y lo absurdo lo normal.

Pero lo mejor tal vez sea poner atención a un texto de Mónica Villar, nutricionista de la Universidad San Francisco de Quito, sobre los excesos con la comida y la bebida en diciembre y cómo controlarlos. La nutrición ha sido un tema descuidado en el país y hay cifras que pueden resultar alarmantes si no se comienza a crear conciencia sobre qué es un estilo de vida.

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