Eduardo Mendoza, el escritor barcelonés y ganador del Premio Cervantes 2016, el máximo galardón de las letras españolas, es poco conocido en América Latina. Al menos eso ha podido constatar diario El País en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante de la industria en español.
Según El País, en la Feria se pueden encontrar 400 mil títulos en 23 lenguas distintas, pero su base de datos respondía con tres únicas novelas a la consulta por Eduardo Mendoza: El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y Mauricio o las elecciones primarias. Dos horas después de que abriera el reciento de la FIL, en el stand del grupo Planeta -al que pertenece Seix Barral, su editorial de siempre- no había un solo libro del recién galardonado.
Entre los escritores participantes en la FIL, los más madrugadores se desayunaron con la consagración de Mendoza y, de paso, con la constatación de que su obra es muy poco conocida en América Latina.
Elena Poniatowska, Cervantes en 2013, confesaba que lo había propuesto como candidato por recomendación del pintor Vicente Rojo, que la llevó a leer sus libros. “Mendoza es un gran novelista en dos de sus libros –La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios– y un buen escritor en todos los demás”, comentaba Juan José Armas Marcelo, que celebraba que el premio más importante de las letras hispanas haya recaído en un autor “canónico” sin dejarse llevar por la tentación de “saltarse el canon ni las generaciones”.
El escritor y académico mexicano Gonzalo Celorio –que conoció personalmente a Mendoza en el pasado Congreso de la Lengua de Puerto Rico- mostraba su alegría por el hecho de que distinción tan solemne haya recaído en un escritor con un costado humorístico tan fuerte. “Lamentablemente, es un autor poco difundido en Latinoamérica, pero eso es algo que el premio ayudará a corregir”. Algo parecido apuntaba la puertorriqueña Mayra Santos-Febres, que, además, atribuye la falta de conocimiento de la obra de Mendoza al hecho de ser “una voz que uno no esperaría que le llegara de España: es irónico, no te cuenta la Guerra Civil…”
Finalmente, Gustavo Guerrero, ensayista venezolano y responsable de la división de autores en lengua española de Gallimard, recuerda los años en que ejerció como editor de Mendoza para Seuil: “Habíamos traducido dos libros y no habían funcionado, pero se le tuvo fe y salió un tercer libro. Era La ciudad de los prodigios y fue tal éxito que lo vivimos como un acto de justicia”.