El tema de los partidos con ideología de derecha o izquierda es histórico y data desde hace siglos atrás. Arranca con la Revolución Francesa cuando en la primera sesión de la Asamblea Nacional Constituyente de Francia un grupo, el de los girundinos, se sentaron a la derecha del presidente o el conductor de la asamblea y los de la montaña, que eran los jacobinos, se sentaron a la izquierda. Desde allí viene la marca y la denominación e identificación de derecha e izquierda. Al mirar la historia se observa que en determinados momentos esas clasificaciones más que útiles han sido funcionales.
En América Latina, por ejemplo, en el siglo XIX las posiciones de los clericalistas y anticlericalistas fue hasta violenta. Entonces, a los del status quo, a los clericalistas que no querían la división entre Estado y la Religión se los llamó conservadores y nacieron los tradicionales partidos conservadores y los que estaban contrarios a esa posición fueron originando todo el proceso de las revoluciones liberales. Es decir, hubo una razón ideológica y después política que justificaba una diferencia.
Más adelante, durante la Guerra Fría, a partir de 1948, se identificó a los que estaban alineados con Estados Unidos y a los que estaban alineados con la Unión Soviética y sus satélites. Entonces, los unos fueron los revolucionarios, los socialistas, los comunistas y al otro lado estaban quienes no querían llamarse conservadores porque se volvía al clericalismo y al anticlericalismo y comenzaron a perfilarse figuras desde Europa y luego en América Latina las figuras de centro izquierda. En estos casos siempre existió una razón o un fin de carácter ideológico que se transmuta hacia lo político.
Ahora es totalmente anacrónico hablar de izquierda y de derecha y quienes viven en un habitual y desorden político -como en Ecuador- lo único que quieren ser es de centro izquierda, porque ser de centro derecha implica liberalismo extremo, posición con el convenio de Washington, banqueros, oligarquía, etc… No importa que luego se unan y existan cambios. Ecuador en este momento es una batahola. Hoy un candidato está con un grupo, mañana con otro, luego regresa; por eso lo de derecha o izquierda no pinta, son simplemente opciones y fuerzas electorales que en algún momento se han olvidado de las manifestaciones de la tarima y tratan de ver con quien se unen y no importa si es pequeño. Se da la idea de que al unirse con algunos actores políticos el candidato toma más fuerza, lo que se busca es precisamente esa unión.
Lo que sucede en Ecuador es el vaticinio, la profecía de unos pésimos tiempos en materia de estabilidad política. El último proceso que hubo fue el Plan de Retorno que permitió una estabilidad política a pesar de crisis económica, pero eso se acabó con la crisis política de 1994. Somos una nación de escasa institucionalidad comparada con países de la región como Colombia, Chile, incluso con la Corte Suprema de Justicia de Argentina; donde hay división de funciones y por tanto márgenes de equilibrio y contrapeso. En Ecuador no hay partidos, no hay movimientos, lo que hay son líderes con más o menos recursos y una manzana partida entre el oficialismo y los que están en contra. En ese sentido, la palabra ideología no existe. Las últimas ideologías que existieron en el país fueron: la comunista, la social demócrata y la democracia cristiana; después de esto nadie más.
En cuanto a las elecciones para designar Presidente de la República, la oposición compite por llegar a la segunda vuelta. Se sabe que el partido oficialista llega, pero de los otros tres candidatos no se conoce la posición. Lo que sí es seguro, y por el deterioro del mismo gobierno, es que haya una segunda vuelta.
Otro de los grandes problemas estructurales que poco se ha estudiado en el Ecuador es que se elige a la legislatura en la primera vuelta. Eso fragmenta totalmente el escenario político y afecta a la gobernabilidad, a diferencia de unas elecciones de asambleístas en la segunda vuelta. Ahí el resultado sería que esta dignidad estaría formada por un bipartidismo; pero ahora el país tiene un folklore multicolor. Todos quieren ser candidatos porque en algún momento van a formar parte de un bloque de tres y se van a necesitar de esos tres votos.
En conclusión, las ideologías no se las forma de la noche a la mañana, las ideologías son procesos que vienen de distintas situaciones históricas, culturales, religiosas y las escenas mundiales ya han cambiado hacia otras situaciones. En Ecuador, más que pensar en las ideologías se debería pensar en los partidos o en los frentes partidarios. Las ideologías responden a principios que están relacionados con la vida diaria de la lucha por el poder.
Los candidatos y las elecciones
En relación a los movimientos de apoyo a las candidaturas que tienen las diferentes figuras electorales en Ecuador quieren lo mismo, pero no hacen nada para lograrlo, de lo contrario se habrían puesto de acuerdo antes. Así no llegan y de hacerlo, no van a poder gobernar porque no tendrán la bancada legislativa.
En primer lugar se deben poner el vestido de la Constitución de Montecristi, que es bien difícil. En segundo lugar deben administrar una crisis económica y tercero, no tendrán los controles de los titulares de los organismos de control que van a ser elegidos en este mismo gobierno, entonces el cuestionamiento es ¿cómo va a gobernar el nuevo Presidente?
Pero, si el pensamiento es quizá derogar todo lo que se ha hecho se puede utilizar a la Constitución que permite convocar, mediante consulta popular, a una constituyente. Eso está en el artículo 444 de la actual Carta Magna, pero los candidatos se quedaron en el artículo 442 cuando el clave está más adelante. Esa es decisión del presidente electo. Eso fue lo que hizo Rafael Correa sin tener una base constitucional. Ahora sí la hay y es el artículo 444.
En el terreno electoral se han definido a los candidatos que disputarán la Presidencia de la República, pero no se dice quiénes serán sus compañeros de fórmula ni sus candidatos para la Asamblea Nacional. Estamos a poco tiempo y esa es una burla al pueblo ecuatoriano, que espera saber cuál es el binomio de los candidatos, el oficialismo lo ha dicho: la fórmula es Moreno-Glas y por otro lado Lasso-Páez ¿y los demás, ¿qué están negociando?
Aquí lo que se está buscando es una compensación, que no tiene nada que ver con lo político ni lo ideológico, sino regional y de género. Los demás partidos siguen buscando a sus binomios.
Hay que recordar que cuando se lanzó Rafael Correa como candidato, tenía una fuerza incontenible que la ejecutó por 10 años: los partidos estaban diseminados y se fue con todo. Hay algo que no se ha recapacitado aún: cuando Correa convocó a la consulta popular para la Constituyente de Montecristi, no tenía ninguna base legal, porque la Constitución de 1908 no contemplaba esta facultad. Reitero, ahora sí, el artículo 444 lo contempla.