Ecuador, Colombia y Perú se sentaron hace algunos años a negociar un acuerdo comercial con la Unión Europea. Ecuador se levantó de la mesa de negociaciones con un discurso en contra de los tratados de libre comercio.Un discurso nacionalista que veía en esos pactos sendos atentados contra la dignidad y la soberanía de los Estados de América Latina.
Eran los tiempos de los discursos integracionistas, de la Alba, de sumarse al Mercosur.
Colombia y Perú concluyeron las negociaciones y firmaron el acuerdo. Tiempo después, Ecuador buscó por todos los medios sumarse a ese acuerdo. La razón era bastante sencilla, las preferencias arancelarias que Europa concede a determinados países estaban por concluir y el país tendría que pagar más por meter sus principales productos en un mercado gigante por falta de un acuerdo comercial.
El discurso anti tratados de libre comercio no ha cambiado en el Gobierno. Lo mantiene para negar reiteradamente un acuerdo de ese tipo con Estados Unidos. Ha negado incluso que el acuerdo con Europa sea un tratado de libre comercio por las negociaciones de nación menos favorecida. El Gobierno ha reiterado los éxitos en las discusiones de aspectos como la fórmula de cálculo del impuesto a los consumos especiales…
La realidad es que Ecuador finalmente se ha sumado al acuerdo que negoció Colombia y Perú y de darse los tiempos podría estar vigente en enero de 2017. Los anti TLC aún mantienen la posición de que perjudicará a determinados sectores porque no estarían en capacidad de competir. Mientras los exportadores respiran.
La globalización existe. Los acuerdos comerciales no son cucos. En todo acuerdo hay procesos de seguimiento, de acompañamiento en donde la clave es el trabajo conjunto del sector público y el privado. Chile es un ejemplo de cómo beneficiarse por ese tipo de tratados.