El chavismo ha entrado en un juego peligroso al negar una válvula de escape que la oposición de Venezuela pretendía darle para hallar una salida constitucional a un desastre llamado Socialismo del Siglo XXI, encabezado por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. No solo dio largas a los procesos que debían ser expeditos para tramitar el referendo revocatorio, como establece la Constitución armada a la medida del proyecto diseñado y defendido por su líder mayor, el fallecido Hugo Chávez, sino que lo ha cancelado de un solo plumazo con denuncias de un supuesto fraude. Los que controlan todos los poderes en Venezuela denuncian fraude.
El hartazgo que causa Maduro y su entorno fue más que evidente en la llamada Toma de Venezuela, una multitudinaria protesta de rechazo contra quienes se han encaramado en el poder y se niegan a dejarlo y renunciar así a sus viajes, privilegios, autos, caravanas, guardaespaldas…
El chavismo no solo ha destruido el aparato productivo de Venezuela, lo ha desaparecido. Millonarias importaciones en alimentos es una muestra palpable de eso. Captahuellas para comprar en los supermercados es otra evidencia. Saqueos, inflación disparada, mercado negro de dólares… Nadie en su sano juicio estaría dispuesto a invertir en Venezuela. Solo los venezolanos. Ellos, los que se manifestaron en las calles, están dispuestos a invertir todo lo que les queda para cambiar una realidad que se ha vuelto grotesca, en la que el Gobierno necesita sacar grupos armados para reprimir protestas pacíficas. En las que un personaje como Cabello no tiene empacho en amenazar a las empresas con tomar por la fuerza sus instalaciones si se suman a un paro cívico.
La oposición venezolana se ha batido sola, a espaldas de una comunidad internacional inactiva y casi muda, y sola ha desnudado a un chavismo convertido en una caricatura de lo que quiso ser, el Gran Poder.
Un vídeo publicado por Noticia No Violenta (@soslibertad) el