Un eterno debate
Gabriel García Moreno y su régimen han sido desde hace muchos años motivo de debate y enfrentamiento en el Ecuador. Su asesinato es uno de los crímenes políticos más famosos de nuestra historia. Su imagen igual ha servido como epítome del buen católico o del déspota. Pero, para bien o para mal, invariablemente se la ha asociado con el poder, la fuerza y la represión.
Las explicaciones sobre la acción de García Moreno y sobre lo que significó el garcianismo, sin embargo, no han sido las mismas. Sus seguidores lo ven como un providencial hombre de Dios que sacó al país del caos, conteniendo el crimen, civilizando al pueblo y construyendo obras. Sus adversarios lo consideran un tirano déspota y sanguinario que se ensañó con dolor ajeno, aunque a veces no han negado su esfuerzo constructor. La figura de García Moreno, con la de Alfaro en el otro extremo, enfrentaron a la historia conservadora con la liberal y polarizaron la interpretación histórica del país por décadas.
La reinterpretación
En un momento dado, hacia los años setenta del siglo XX, cuando el Ecuador dio un salto de modernización y el debate confesional fue superado, también la visión sobre García Moreno comenzó a cambiar y, sin negar su acción creadora o represiva, se lo consideró como actor del proceso de construcción nacional. La explicación histórica del garcianismo adquirió una nueva dimensión, aunque el anacrónico debate confesional se mantuvo en algunos espacios hasta el presente. Pero la trascendencia de ese replanteamiento, y en especial la de su iniciador, Fernando Velasco Abad, no han sido reconocidos, a veces ni siquiera mencionados.
Por su parte, el brutal asesinato de que García Moreno fue víctima ha sido también objeto de reiteradas elucubraciones y disputas. Aunque se conoce bien a sus ejecutores, la identidad de algunos de sus instigadores y autores intelectuales, así como varias de sus ocultas motivaciones, han quedado sin aclararse.
La primera vez que realicé una investigación histórica sobre el siglo XIX, me topé con García Moreno y el garcianismo. Los analicé entonces desde la nueva perspectiva historiográfica que surgía en esos años. El resultado de esa labor fue parte importante de mi libro Lucha política y origen de los partidos en el Ecuador, que se publicó en 1978. (Quito: Ediciones de la Universidad Católica, 1978. La obra se ha reeditado cuatro veces por la Corporación Editora Nacional). Desde entonces he escrito varios trabajos sobre el tema. Cuando concluí el último de ellos, me pareció oportuno recoger en una sola obra cuatro textos que se refieren al proyecto político, a la misión y la muerte trágica de Gabriel García Moreno.
Viejas cuestiones, nuevas miradas
El libro García Moreno, su proyecto político y su muerte. (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador, Paradiso Editores, 2016) recoge esos cuatro textos y presenta viejas cuestiones y nuevas miradas sobre el garcianismo. Revisemos brevemente su contenido.
En el libro aparece en primer lugar “García Moreno y la gestación del Estado Nacional en el Ecuador”, un artículo que preparé para un seminario internacional en México a base de trabajos anteriores y publiqué en 1981. Puede ser útil para los estudios especializados porque fue una de las primeras aproximaciones nuevas a una explicación del garcianismo que se publicaron y me parece que conserva elementos que ahora pueden servir para conocerlo y explicarlo mejor. He realizado una revisión de la redacción y de las notas de pie de página, pero conservé el contenido original y no he añadido ninguna referencia bibliográfica de obras, aún de las más importantes, que fueron publicadas luego. El texto sigue expresando la situación y las preocupaciones con que fue escrito.
El segundo trabajo es “Memoria del ‘gran tiranicidio’, El asesinato de Gabriel García Moreno”. Lo preparé en el curso de una investigación de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador de los años 2014 y 2015. Estaba destinado a ser incluido en la obra colectiva El poder y la sangre, Crímenes políticos de la historia ecuatoriana, que debo dar a imprenta en algunos meses. Pero resultó demasiado extenso para las características de esa publicación. Por ello resolví incluir el texto original aquí, para luego hacer una versión sustancialmente más corta destinada al libro sobre crimen político. La lectura de esta “memoria” puede resultar interesante para avanzar en el esclarecimiento del complejo hecho.
El tercer texto “García Moreno y su régimen en los nuevos estudios históricos” es una evaluación de las publicaciones que se han hecho, dentro y fuera del país, sobre este tema en las últimas décadas, a partir del inicio de la corriente de la Nueva Historia Ecuatoriana en los años ochenta del siglo XX. Lo escribí para la Revista Procesos. Aquí se la publica sin cambios. Puede ser leído con interés por quienes buscan una orientación sobre lo que se ha escrito respecto a este apasionante tema, que ha sido objeto de numerosos libros, estudios y novelas.
El cuarto y último texto, que se publica como anexo, es “Se que vienen a matarme: El mal uso de la historia”. Tiene su origen en una extensa carta que envié a la televisora Ecuavisa en 2007, a partir del estreno de un programa sobre García Moreno, que deformaba groseramente los hechos y el perfil del personaje. Por pedido del Comité Editorial de Procesos, sin alterar el contenido de la carta, preparé la versión publicada, que aquí se reproduce.
Una aventura editorial
Cada libro es una experiencia irrepetible. Al preparar este, he tenido que afrontar varios desafíos. Juntar textos que tienen distancias de más de treinta años entre si es un riesgo que resolví correr no solo por buscar un efecto comparativo, sino como desafío a las propias continuidades y rupturas. Afrontar temas que requieren cierto rigor académico, pero hacerlo con una redacción fácil y accesible a un grupo más amplio que el de los iniciados, no es ciertamente fácil. Y solo los lectores podrán dar cuenta de si tuve éxito. Hablar del personaje más discutido de la historia y hacerlo guardando equilibrio y mesura, sin deslizar en el texto opiniones apasionadas o subjetivas trae problemas. Pero los historiadores estamos acostumbrados a enfrentarlos. Opinar sobre las obras de otros autores es siempre un riesgo. Pero solo de ese modo hay crítica histórica.
El libro lo dedico a mi entrañable amigo y compañero de ideales y de docencia: Fernando Velasco, cuya memoria siempre he reivindicado. Al hacerlo siento que estoy cumpliendo un compromiso pendiente de la Nueva Historia con los estudios sobre ese dictador autoritario y constructor de la nación que merece mucho más que aproximaciones simplistas o estudios “definitivos”.
Siempre se escribe para los lectores. Este libro es solo una aproximación a un tema relevante. Es un aporte que no espera decir la última palabra, sino alentar más preguntas y respuestas.