En una visita relámpago a México, el vociferante candidato republicano, que durante meses ha humillado a los mexicanos, se entrevistó con el presidente Enrique Peña Nieto y volvió a demostrar su capacidad para apropiarse del escenario. Tras una hora de conversación, no pidió perdón por sus insultos, dejó de lado los asuntos más espinosos y, jugando al hombre de Estado, se ofreció a inaugurar un “diálogo constructivo” con el país que ha pisoteado, reseña diario El País.
El golpe de efecto del magnate, inmerso en el último tramo de su campaña electoral, tendrá una difícil digestión en México, donde, sin disculpas públicas, muchos consideraban un fracaso la reunión.
Trump, aprovechando la sorprendente invitación girada por el presidente de México, volvió a tomar las riendas. Por un momento, la demócrata Hillary Clinton dejó de existir y él pudo enfocar todas sus energías en recuperar un terreno donde las encuestas marcan un inexorable deterioro.
“Tengo gran afecto por México, compartimos intereses comunes, pero quiero que la gente de Estados Unidos esté protegida. Un México próspero es el mayor interés para Estados Unidos”, dijo. Pero en ningún momento se retractó por haber llamado violadores y asesinos a los inmigrantes, ni por querer obligar a su vecino del sur a pagar un gigantesco muro.
“Hablamos del muro, pero no de quien va a pagarlo”, llegó a decir, [en una alusión que Peña Nieto contestó más tarde por Twitter: “Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por el muro”]. Es más, en el espinoso asunto fronterizo, reclamó el derecho “de cualquier nación” a construir un muro físico y simplemente ofreció aumentar la colaboración en inteligencia. Más dúctil se mostró al tratar otros demonios, como el denostado tratado de libre comercio o la defensa de la industria manufacturera.
Peña Nieto no le hizo recriminaciones directas, ni le exigió disculpas públicas. Buscó la conciliación y donde hubo discrepancias pasadas planteó cooperación. “Podemos o no estar de acuerdo, pero su presencia muestra una coincidencia: que nuestros países son muy importantes el uno para el otro”, afirmó. En esta línea, el énfasis lo puso en la consecución de un clima de respeto para México. “La comunidad mexicana contribuye a la prosperidad de Estados Unidos; son personas de bien, que respetan la familia y la ley. Merecen el respeto de todos”, subrayó el presidente. (I)