La universidad, desde el punto de vista académico, es un centro de estudios superiores. Para funcionar debe cumplir varios requisitos con respecto a su ámbito de trabajo, administración, docencia, localización, infraestructura, equipamiento, relacionamiento, que le permitan cumplir a cabalidad con sus funciones básicas que menciono a continuación.
Las universidades, privadas o públicas, en cualquier parte del mundo que tenga gobierno democrático y visionario, deben:
- Acoger la universalidad del pensamiento, de manera que en ellas quepan todas las corrientes ideológicas relativas a las ciencias y las tecnologías.
- Enseñar y capacitar a los estudiantes y a los profesionales, con las mayores calidad y actualidad, de manera que los titulados sean capaces de ser competitivos en cualquier parte en la que se necesite sus aporte, ya sea en los estados y las empresas privadas nacionales o extranjeras; o en los organismos internacionales.
- Investigar todos los fenómenos materiales y espirituales susceptibles de análisis, para sacar conclusiones útiles al mejoramiento del marco legal y de los comportamientos de las personas y de las actividades productoras de bienes y servicios;
- Contribuir al desarrollo humano de las colectividades cercanas a los centros de estudios, de forma tal que les ayuden a solucionar sus problemas de carácter humano, económico, social y cultural.
Las universidades deben trabajar en forma conjunta con el Estado y la empresa privada, para lograr sinergias que incrementen las capacidades nacionales de mejoramiento del conocimiento científico y tecnológico, las posibilidades de ejecutar proyectos y las acciones de desarrollo nacional.
En los países desarrollados justamente es esa labor conjunta la que produce los mejores efectos resultantes de la investigación científica y tecnológica, porque en el mundo actual los descubrimientos y la invención no pueden ser, como en el siglo XIX e incluso en los inicios del siglo XX, el resultado de la tarea de un solo científico o técnico, sino la acción de equipos de personas que cuentan con recursos financieros suficientes, equipos y maquinarias de tecnología de punta y trabajan en ambientes adecuados a su labor.
Hasta hace pocos años, físicamente, una universidad moderna estaba constituida por un “campus” (área que incluye todas las propiedades universitarias) incluido: el conjunto de edificios en donde se ubican las facultades y escuelas, los laboratorios, los museos, teatros y coliseos, las residencias para los estudiantes, las zonas deportivas, las cafeterías, tiendas, jardines y parques, las vías interiores, los estacionamientos.
En la actualidad, muchas universidades, además de disponer de esa infraestructura, también poseen muy importantes centros de educación a distancia, que hasta pueden tener mayor actividad que las instalaciones de sus sedes (por el número de estudiantes que registran), porque están dotados de importantes medios de comunicación electrónica, que permiten que los maestros ya no asistan a clases presenciales, sino que graben sus exposiciones y las multipliquen para todo el mundo, con atención 24 horas, todo el año; que los alumnos, donde quiera que estén, reciban clases en forma individual y entreguen sus trabajos por correo electrónico y que las pruebas, las notas y hasta los títulos sean procesados electrónicamente.
Para ello, estos centros de educación superior necesitan trabajar con total autonomía académica de los gobiernos, ser apoyadas financieramente por el Estado y las empresas privadas en cuanto sea posible, para poder recibir estudiantes becarios de limitada capacidad económica, y generar sus propios recursos, en las varias actividades vinculadas a sus funciones.
Lamentablemente, en el Ecuador, desde hace varios años no se respeta la autonomía de las universidades y se quiere que ellas cumplan una serie de exigencias gubernamentales, so pena de descalificarlas y hasta cerrarlas injustamente, como ya pasó hace algunos años con algunas de ellas; o, de quitarles los aportes presupuestarios, para asfixiarlas.
Desde hace más de un año la puntería gubernamental se afina contra varias universidades, pero especialmente contra dos que tienen características especiales: son universidades que funcionan al amparo de convenios internacionales y además, gozan de prestigio en el país y fuera de él.
Me refiero a dos universidades de posgrado: la Universidad Andina Simón Bolívar y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). A la primera la conozco casi desde sus inicios, porque colaboro con ella desde hace 22 años, como profesor invitado, lo que me honra sobremanera; en la segunda colaboré hace años en un proyecto para los directores de las oficinas comerciales del país en el exterior y la he visto crecer y prestigiarse.
No es posible que se quiera ignorar los convenios internacionales que, según la Constitución, están por encima de las leyes nacionales; y, peor aún, que se las quiera transformar en centros de educación superior como uno del que conocí el “pensum” de una carrera y casi todos los nombres de las materias terminaban en “… del buen vivir”, con franca orientación política.
Tampoco estoy de acuerdo con la situación administrativa en la que se le colocó a la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), que hasta ahora no se resuelve, porque en vez de elegir y nombrar al candidato preferido por el gobierno, se eligió y nombró al doctor César Montaño Galarza.
En primer lugar, desde el punto de vista del respeto a la democracia, los votos de la inmensa mayoría de los participantes en la consulta no vinculante a profesores, alumnos y miembros del personal administrativo, fueron para el doctor Montaño. Cierto es que esos votos no le significaban llegar a ser Rector, dentro del sistema electoral establecido; pero, también ganó la votación en el órgano internacional correspondiente y se posesionó formalmente ante un numeroso público, formado por personalidades de todo tinte político.
En segundo lugar, debe ser el Ecuador el único país en el que un profesional que se ha graduado en una universidad no puede ser rector de la misma. Rectores de la Universidad Central que dieron lustre a ese centro de estudios y al país y que ocuparán siempre posiciones relevantes en la cultura nacional, se formaron en esa universidad. Para muestra dos botones: el doctor Alfredo Pérez Guerrero y el economista José Moncada Sánchez.
Quienes hayan aprobado esa norma irracional, seguramente con votos balidos y no con votos válidos, seguramente no se dieron cuenta de tres cuestiones muy importantes: la primera, se duda de que la universidad tenga la capacidad para formar profesionales idóneos; segundo, se duda de que los títulos otorgados por esa universidad hayan sido obtenidos en forma correcta; tercero, se duda de que quien llegue a dirigir la universidad, habiendo estudiado en ella, tenga solvencia moral para dirigirla. Es tan absurdo como pensar en que para ser presidente del país, es mejor ser extranjero.
Confío en que en los próximos días se solucionen los problemas y que se quite la espada de Damocles sobre la Universidad Andina, que amenaza con irrespetar su autonomía y su base legal internacional.
Es absurdo que a estas alturas del siglo XXI y de la globalización, frente a los avances que ha tenido la tecnología, para hacer que todas las personas podamos acceder al conocimiento, a cualquier hora, cualquier día y desde cualquier lugar, a alguien se le ocurra tratar de orientar la formación estudiantil en una sola dirección ideológica. Esto, especialmente en el caso de las universidades, cuyo nombre refleja justamente su misión: la de ser centros educativos que deben abarcar el estudio profundo de todos los aspectos de la vida física y espiritual del Universo, todo el conocimiento existente y todas las corrientes de pensamiento, para por medio de su análisis, generar nuevo conocimiento útil a la humanidad.
Más todavía, cuando se trata de universidades de posgrado, a cuyas aulas asisten profesionales de muchas especializaciones, que ya llegaron a las metas previstas de conocimiento académico y trabajan muy bien en su área, pero que consideran que en las actuales circunstancias de sus vidas, necesitan complementar sus aptitudes con el estudio de determinadas ciencias o el logro de nuevas experiencias, para ser competitivos.
La Universidad Andina es ampliamente conocida en el país y en el exterior. Muchos de mis estudiantes en la UASB han sido de diversos países: Bolivia, Brasil, Colombia, Estados Unidos, Perú, Venezuela y otros lares.
Eso no obstante, es bueno reunir algunos datos, para refrescar la memoria de alguna gente que, por estar en el gobierno, de manera perversa, no solo quiere acabar con una universidad de excelencia, sino que hará un tremendo daño a sus estudiantes actuales y potenciales y a cientos o miles de familias.
La Universidad Andina Simón Bolívar fue creada por el Parlamento Andino, en una de sus pocas decisiones acertadas y desde 1996 es parte del Sistema Institucional de la Comunidad Andina. En 1992, la Universidad, cuya sede principal está en Bolivia, creó la Sede Ecuador, gracias a un Convenio en el que el Ecuador le reconoce y garantiza privilegios e inmunidades de organismo internacional. En 2010, la Sede Ecuador, recibió la acreditación internacional como “Universidad de Calidad y Excelencia”. En el país tiene la calificación “A”.
La UASB es una de las tres grandes obras de la integración andina. Las otras son: la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la Zona Andina de Libre Comercio. Cumple a cabalidad con las cuatro funciones universitarias que mencioné al inicio y debe seguir funcionando sin presiones de gobierno.
Sus recursos financieros surgen del aporte del Estado, comprometido libremente por el país; de las actividades propias de la entidad, el cobro ciertamente razonable a los estudiantes de posgrado por matrículas, pensiones y otros aspectos; otras fuentes de menor importancia.
Sus gastos están destinados a pagar a los docentes y el personal administrativo y a las inversiones en edificios, equipos y materiales, con el fin de que la educación que imparte sea de la mayor calidad y actualidad.
Dice la Universidad que, entre 2001 y 2015, se han matriculado 17.902 estudiantes, y que en la actualidad tiene alrededor de 2.300 alumnos. Por casualidad, me enteré que para el próximo periodo hay inscripciones más que suficientes y que es dura la tarea de entrevistar y aceptar nuevos alumnos, por la necesidad de seleccionar aquellos que tengan mayor potencial.
La entidad otorga becas y ayudas financieras a estudiantes del país y del exterior, porque considera que hay que premiar el esfuerzo de los estudiantes y no solo hacerlo con los nacionales, dado que es un organismo internacional.
Sus áreas de estudio son: Comunicación, Derecho, Educación, Estudios Sociales y Globales, Gestión, Historia, Letras y Estudios Culturales, Salud.
Sus labores de investigación han producido 809 libros y 150 revistas, con la mayor producción de obras en las áreas: Educativa (26%), de Derecho (12%) de ciencias sociales y políticas (10%), y de estudios de la cultura (8%).
Para acercarse a la Comunidad, la UASB ha efectuado, entre el año 2011 y el 2015, 77 curso abiertos, con 2.440 estudiantes; 34 cursos avanzados, con 1.247 estudiantes y 56 cursos de capacitación y actualización para sectores específicos. Además, se ha capacitado a más de 9.000 profesores de educación básica y a 3.536 miembros de 799 juntas parroquiales.
Esto, aparte de que la Universidad es casi siempre un lugar donde confluyen miles de personas a participar de eventos como presentaciones de libros, debates sobre temas de actualidad, reuniones internacionales sobre múltiples aspectos.
El Ecuador y mucha gente e instituciones de otras partes están atentos a lo que el gobierno haga o deje de hacer con respecto a la Universidad Andina. Todos velan porque no se quite la autonomía, los fondos estatales y por último, la sede, a la UASB, porque además de injusto sería inconstitucional.