En medio camino del proyecto de dinero electrónico se metió la política y en algo que pudo ser un tema de discusión técnica se convirtió en un tema político.
De las últimas encuestas, el 70% de los ecuatorianos desconfía del dinero electrónico pues lo maneja el Banco Central, y muchos piensan que sirve para desdolarizar. No cualquier sistema de pagos electrónico -y esa es la diferencia importante- sirve para desdolarizar, pero tal como lo ha planeado el Banco Central del Ecuador (BCE) y como lo ha politizado el gobierno, su objetivo sí gira en torno a que el gobierno maneje la política monetaria; lo que ha generado una gran desconfianza entre los ecuatorianos.
¿Qué se podría hacer para que este modelo funcione? Hay algo que llama mucho la atención de Ecuador, que es un país relativamente pequeño en el panorama mundial, es que constantemente está intentando inventar el agua tibia. No hace falta copiar lo que hacen los demás, ya la cifra la hemos repetido muchas veces y todas proceden del mismo informe que es el de GSMA -los que hacen el mejor estudio del dinero electrónico en el mundo- y el reporte es que 93 países tienen dinero electrónico con más de 247 sistemas. Es decir, hay varios países que tienen más de un sistema implementado, por eso es la cifra muy superior.
En la parte final del informe se señala, en las conclusiones y recomendaciones, que para que un dinero electrónico funcione se requiere, por ejemplo:
1. Tiene que haber competencia; el Banco Central del Ecuador es monopolístico.
2. Se tiene que dejar a la libre iniciativa, la prueba y el error, que se determine los detalles como la interconexión y los montos. El Banco Central lo quiere determinar todo.
3. Tiene que haber reglas claras; hasta ahora no se conocen cuales son las reglas, en Ecuador.
4. Tiene que ser bastante inclusivo, que la plataforma tiene que ser muy amplia; la del Banco Central del Ecuador la tienen muy pocos.
Mi preocupación es que no creo que en julio de 2016 se pueda corregir esto, la palabra clave para todo sistema monetario es confianza, este dinero ya no la genera y una vez que la gente desconfía del dinero electrónico va a ser muy difícil que cambie de parecer. La confianza es fácil de perder y muy difícil de recuperar.
Sin embargo, se nota que no hay confianza ni por el lado del BCE, ya que está cambiando el nombre publicitario de “dinero electrónico” a “efectivo”. Se ha dado cuenta de que con el nombre ‘dinero’ no está consiguiendo vender el producto y ahora lo intenta vender con ‘efectivo’.
Para mejorar el sistema de dinero electrónico, la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE) realizó cinco recomendaciones para intentar remendarlo. Uno de los ejes que se planteó fue que el Banco Central del Ecuador abandone toda cuenta de dinero electrónico, que no fuese monopolístico, es decir le cambiaba todo.
Los últimos datos que se tienen al respecto están en la cuenta de Facebook de Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privado, ahora llamada AsoBanca. Él dice que la AsoBanca abandona toda pretensión de recuperar ese dinero electrónico. Y sin los bancos es prácticamente imposible que funcione el sistema. No es necesario que el sistema lo lleven los bancos, hay muchos casos en que el sistema están a cargo de las operadoras de telefonía móvil.
También en el informe de GSMA se pueden ver los distintos modelos, pero los bancos tienen que participar en el sistema. Sin los bancos es prácticamente imposible que esto funcione y la ABPE ya está abandonando el sistema, es bastante difícil que a partir de aquí que se recupere.
Lo que me preocupa es que se ha generado esta desconfianza dentro de los ecuatorianos; por tanto es muy difícil que en Ecuador vuelva a entrar un nuevo modelo electrónico, no ya en 2016, sino en el 2017 o en el 2018. Todavía quedará ese recuerdo; evidentemente acabará entrando porque es una tendencia mundial que va a todos lados. Pero puede tardar mucho más en penetrar en Ecuador debido a esta experiencia histórica, como pasó con el papel moneda en Francia tras el fraude de Law en el siglo XVIII.
Es bien difícil reconducir el dinero electrónico ecuatoriano a un nuevo modelo que genere confianza y sea bien visto por los ciudadanos. Ese es otro pecado que carga este dinero electrónico, no sólo ha generado desconfianza en el Banco Central del Ecuador (BCE) y en el gobierno de Ecuador sino también entre la ciudadanía y los analistas interenacionales de que se vaya a menoscavar la dolarización; no solo ha desviado horas y horas de atención del debate público de cómo salir de la tremenda crisis en la que estamos inmersos (pues sí, estamos en crisis) a qué mismo es y cómo se maneja este dinero electrónico; además ha generado entre los ecuatorianos desconfianza hacia los sistemas de pago electrónicos, lo que es muy probable que no sólo no alcance sus primigenios declarados objetivos (de aumentar la penetración de los medios de pago digitales entre los más humildes) sino que consiga el efecto contrario: que por años los ecuatorianos desconfíen de cualquier medio de pago electrónico pues lo asociarán a este engendro – y es un engendro pues ni es un aborto, no está muerto; no lo podemos llamar nacimiento, no ha nacido- que ha generado gran desconfianza en los ciudadanos ecuatorianos.
La tendencia a tener efectivo
Sin embargo si analizamos las grandísimas diferencias entre el pago con tarjeta de débito, el pago con tarjeta crédito, en dinero digital o con efectivo, veremos que en Alemania la gente tiene más tendencia al pago en efectivo que en otros países. Esto se da por dos razones:
1. Los alemanes tienen un concepto muy estricto del ahorro, es decir, no les gusta las tarjetas de crédito o les da pavor por que saben que eso es endeudarse y pueden tener clarísimas consecuencias para la economía familiar. Además, tienen esa larga tradición cautelosa de no gastar lo que no se tiene.
2. Los alemanes tiene el recuerdo de la hiperinflación de 1919 y luego de la Segunda Guerra Mundial en 1947-1948 también hubo otra similar. Hasta ahora tienen el recuerdo como sociedad porque los abuelos se lo cuentan a los nietos y porque en los textos aparece lo que se vivió en la época de la hiperinflación. Entonces, como tienen recuerdo de lo que es este hecho prefieren tener sus monedas y billetes en algo que puedan palpar. Eso es interesante porque le artículo hace referencia a un estudio que dice que cada hiperinflación que se presente en algún país, toda una generación ahorra en dólares. Esto quiere decir que si hay una hiperinflacion en Perú, durante toda una generación la gente conservará ese recuerdo y si los dólares tienen valor se guardan -en lugar de las moneda de ese país (Nuevo Sol)- aunque pasen 10 años en que la moneda todavía se estabilice porque todavía se recuerda que se había hundido.
Lo mismo ocurrió en Ecuador y la gente todavía tiene apego a los dólares y la explicación -que es tan solo una hipótesis- es que puede estar ocurriendo lo mismo que en Alemania; que los ecuatorianos tengan mucho apego al dólar porque tienen recuerdo de lo que era no tener dólares y eso hace que le tengan desconfianza a todo lo que no sea el dólar en efectivo, en el que sí confían, y las cosas de dinero o moneda electrónica les da más desconfianza, de la que da en cualquier otro país equivalente a América Latina. Esto puede ser porque la gente conoce que los dólares tienen valor y que cualquier otra cosa pueda arruinarse, como ocurrió con su antigua moneda: el Sucre.
Los ciudadanos quieren cambiar el mal dinero
La desconfianza que genera la gente ante el dinero electrónico es aún incierta, no se sabe si es por cómo ha manejado el Gobierno el tema o si por lo general los ecuatorianos hubiesen sido en cualquier caso más reticentes que en cualquier otro país similar. Ahí cabe realizar la pregunta: ¿por qué el dinero electrónico triunfa en países de África? Probablemente hay también parte de esto. En los países de África, el dinero papel se devaluaba rápidamente y la gente se fue al dinero electrónico porque era mejor en cuanto a la conservación de valor. A la gente no le importaba cambiar su moneda de Kenia, el chelo keniano, por su dinero en moneda electrónica, porque esa moneda no tenía ningún aprecio porque no tenía valor ya que la devaluaban mucho; entonces no les importaba cambiarla por la otra.
Así, el dinero siempre es una cuestión de confianza, pero no hay dinero perfecto sino que hay mejor dinero que otro. Cuando el dinero de algún país, como ocurría con la moneda de Kenia, es muy malo, es muy fácil que la gente se cambie a cualquier otro dinero, sea electrónico o no. Pero cuando llegó el dinero electrónico era más fácil, tenía ventajas y además del lado de los consumidores no existía apego a su anterior dinero.
En ese sentido, considero que en el caso de Ecuador hubiese sido más difícil adoptar -aquí está el problema, en la distinción entre sistemas de pago y dinero, un sistema de pago electrónico, aunque sea un mero sistema de pago hecho de forma eficiente y no por el Banco Central; porque los ecuatorianos confían mucho en los dólares y por tanto cualquier otra alternativa no les será atractiva.
El Código Monetario, la teoría para desdolarizar
El Código Monetario es una de las grandes debilidades de la economía ecuatoriana en estos momentos. De lo que analizamos los académicos de un código monetario teórico, a los que los ciudadanos perciben con respecto a tener dinero en su celular hay un abismo. Se ha dicho que el Código Monetario era una amenaza teórica y difícil de entender para la población en general, en el momento en que el gobierno dice a los ciudadanos que a cambio de los dólares le dará algo que va a estar en su celular, la gente percibe otra cosa y se tiene que explicar que es un problema de estructura dispersa, frente a un problema de estructura piramidal que el Código Monetario ante un sistema de norma única y de estructura piramidal, pero eso es muy ajeno a la gente. Pero frente a la premisa: deme usted sus dólares y yo le doy dinero electrónico, los ciudadanos lo entienden inmediatamente. Esa fue la cuestión del Código Monetario, que estableció las bases legales y teóricas para poder hacerlo, pero hasta que la gente no lo perciba en su bolsillo no se asimila. Hay una gran diferencia entre los que los analistas vimos en el 2014 y en lo que los ciudadanos están viendo en el 2016