DPA. En la vida de Jacqueline Carvalho hay mucho que recuerda a una telenovela. El drama tiene un papel esencial en la personalidad de la glamourosa jugadora de voleibol brasileña, que en Río de Janeiro peleará no sólo por una nueva medalla de oro, sino también por su marido.
Después de que su esposo, Murilo Endres, fuera excluido del equipo olímpico de voleibol, la modelo aficionada publicó en su muro de Facebook un mensaje de apoyo a su hombre entre apasionado y teatral.
“Es difícil de aceptar que no estarás conmigo en la Villa Olímpica. Que no tendré la oportunidad de compartir todo un poco contigo, de hablar contigo y recibir consejo de ti. Voy a luchar para lograr esa medalla y así honrar a nuestra familia”.
El patetismo lo domina Jaqueline Carvalho sin esfuerzo. Quizá porque mucho en la vida de la brasileña de 32 años suena a culebrón. Su madre, Josiane Costa, se separó de su padre cuando Jaqueline Maria Pereira de Carvalho Endres, como se llama hoy con nombre completo, tenía cinco años.
“Nos veíamos una vez cada dos meses“, se quejó la rematadora de Recife. Su padre murió luego en 2009. “Mi madre, mi hermana y Murilo me dieron mucho sostén durante años”, dijo la jugadora, que tras el oro en Pekín 2008 y Londres 2012, persigue el hat-trick en casa.
Esta vez, sin embargo, será sin su marido, que tras quedar fuera del equipo olímpico anunció su adiós a la selección entre lágrimas. “Para mí se cierra un círculo“, dijo el también rematador de 35 años, que en 2008 y 2012 tuvo que conformarse con la plata.
Su lujosa boda en 2009 fue un reclamo para las revistas de sociedad. Pero la elegante pareja vivió también golpes del destino. En 2011, Jaque sufrió un aborto, por lo que la alegría fue doble cuando en diciembre de 2013 dio a luz al pequeño Arthur.
El historial médico de Carvalho también dio siempre motivos para la preocupación. En 2002 se rasgó una vena de la mano derecha. “Los médicos me dijeron incluso que tenían que amputarme el brazo“, recordó. Luego siguieron problemas con la rodilla izquierda, y en 2007 fue suspendida tres meses por doping, por el consumo de un inhibidor del apetito prohibido.
En octubre de 2011 se lesionó una vértebra en un intento de salvar una pelota durante los Juegos Panamericanos y de nuevo tuvo que parar. “Soy una luchadora“, dijo no obstante la brasileña sobre sus dramas fuera y dentro de la cancha.
Ahora no espera llevarse a casa nada por debajo del oro. Las oportunidades son buenas. Con su undécimo triunfo a mitad de julio en el Grand Prix ante Estados Unidos, las brasileñas demostraron estar en buena forma. Gane o pierda, lo que suceda en los Juegos será otro gran capítulo en la vida de telenovela de Jaque.