DPA. Governors Island, situada en la bahía de Nueva York, era a partir del siglo XVIII una base militar estadounidense. Desde el año 2003, la isla está abierta al público y se ha convertido en un popular destino de excursiones. Ahora ha sido inaugurado The Hills, un nuevo parque que ofrece una vista panorámica de la Gran Manzana.
Durante décadas, en el centro de la pequeña isla había un gran estacionamiento asfaltado. “El terreno aquí era tan plano como en Holanda, como un panqueque“, dice el arquitecto paisajista Adriaan Geuze.
Durante unos diez años, este holandés planeó y construyó con su empresa en Governors Island una colina de 21 metros de altura cubierta de hierba. Se llama Outlook Hill, colina panorámica. Geuze está parado en el mirador. Detrás de él se alza hacia el cielo la Estatua de la Libertad, al norte se ve el skyline de Manhattan, al este el de los distritos de Queens y Brooklyn, y hacia el sur se puede ver Staten Island. La colina ofrece una espectacular vista panorámica de 360 grados de la gran metrópoli.
“Aquí me crié y nunca me habría imaginado tener algún día esta vista panorámica“, dice Leslie Koch. Esta mujer llena de energía es la presidente de la fundación que administra Governors Island. Hace diez años tuvo la idea de crear en el sur de la isla un parque de colinas.
“En aquel entonces, la gente creía que estábamos locos. Sin embargo, nos llegó la idea de convertir la isla en un lugar increíble, con un parque desde el cual uno siempre tenga una vista de la Estatua de la Libertad. Con este diseño queríamos devolver la estatua a los neoyorquinos“.
El parque The Hills fue abierto al público el 19 de julio, unos tres años después del comienzo de las obras y casi diez años después de que la empresa del arquitecto paisajista Geuze ganara en 2007 el concurso para el proyecto. Los costes, de $70 millones, fueron cubiertos con recursos municipales y donaciones. Tan solo el ex director ejecutivo de Google Eric Schmidt aportó $15 millones.
Governors Island está situada a casi un kilómetro al sur de Manhattan, en la bahía de Nueva York, y se puede llegar allí en ferry, un viaje de pocos minutos. A partir del siglo XVIII, la isla, de unas 70 hectáreas, fue utilizada como base militar. Como testigos de esa época aún quedan numerosos barracones desmoronados y dos fuertes históricos.
Actualmente, nadie vive en la isla. Desde 2003, Governors Island está abierta al público entre mayo y septiembre y se ha convertido, gracias a los festivales y otros eventos que se organizan allí, en un popular destino turístico. En 2015 visitaron la isla más de medio millón de personas.
La vista del skyline y la Estatua de la Libertad desde Governors Island siempre ha sido imponente, pero las colinas cubiertas de hierba en The Hills, que ahora sustituyen al estacionamiento asfaltado en el sur de la isla, hacen esa vista aún más atractiva.
En total son cuatro colinas: la colina panorámica Outlook Hill, que es la estrella del conjunto, la Grassy Hill, de ocho metros de altura, donde uno puede ponerse cómodo en la sombra, la Slide Hill, de 11 metros de altura con cuatro largos toboganes, y la Discovery Hill, de 12 metros de altura, con varias instalaciones artísticas.
“No solo se trata del paisaje“, dice Koch, la presidente de la fundación. “La gente debe pasarlo bien aquí. Si uno da una vuelta por este paisaje, una y otra vez puede ver la Estatua de la Libertad, que desaparece y de repente está allí otra vez. Queremos que cada quien disfrute aquí de su relación con la estatua“.
Las colinas se construyeron principalmente con los escombros que quedaron cuando se eliminó el estacionamiento y se tiraron abajo algunos viejos barracones. Sobre los escombros se plantaron 860 árboles y 41.000 arbustos, entre los cuales hay bloques de granito del antiguo malecón.
Alrededor de los espacios verdes hay anchas líneas blancas. “Son una suerte de delineador de ojos“, bromea Geuze. “Y tienen el efecto de que la hierba parece ser más verde“.
La máxima prioridad del proyecto era la estabilidad, sobre todo después de que la tormenta Sandy revolviera las obras y pusiera en evidencia la vulnerabilidad de la bahía de Nueva York.”Mucha gente temía que las colinas pudiesen deslizarse hacia el mar, pero hemos procurado que eso no puede pasar“, dice el arquitecto paisajista. Las colinas son un lugar único, insiste. “De repente uno se encuentra en pleno océano. Eso es muy excitante. Aquí siempre hace viento, en invierno a veces tanto que te da miedo. Las colinas tienen una atmósfera muy singular“. (https://govisland.com)