Cuando tenemos un libro en nuestras manos, rara vez analizamos la estética, el arte y la gráfica, pues el contenido textual y académico que nos provee son los que captan nuestro mayor interés y solo consumimos la información y conocimiento que nos ofrece. Pero la belleza estética con la que se presenta la información, de esa nunca hablamos.
Cuando un niño aprende a leer, las imágenes, ilustraciones, colores y letras marcan un precedente diferenciador al momento de asimilar la información. Varios estudios alrededor del mundo han demostrado cómo el ser humano es capaz de relacionar la información de manera más efectiva y eficiente, cuando se la presenta de manera ordenada y llamativa. El 90% de la información transmitida al cerebro humano es visual y es procesada 60.000 veces más rápido que el texto.
Se dice que en Ecuador no existe cultura de lectura, que muy pocas son las personas que compran libros y que la creación de material editorial es baja. Según el último boletín del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc, UNESCO), en el 2015 se registraron en el país 4001 títulos con ISBN (International Standard Book Number), lo que nos indica que hay un creciente interés por generar material editorial y aunque aún nos mantenemos muy por debajo de países como Brasil, con un total de 88.685 ISBN registrados en el 2015 y 29.895 ISBN registrados en México es un mercado que debe aprovechar la importancia del diseño para mejorar su desarrollo.
‘Árboles de Guayaquil’ es tan solo una muestra de que un libro de contenido académico y científico no necesariamente debe ser aburrido o limitado a entregar datos e información inanimados, sino más bien, que se convierte en una obra que busca cautivar visualmente y estimular los sentidos, especialmente para todo aquel que no conoce a profundidad de esta rama o especialización y de esa manera encontramos conocimiento de una forma distinta.