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La herencia de la Revolución Ciudadana

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Como parte del proceso de rendición de cuentas que un gobernante debe dar a los ciudadanos, observamos y escuchamos el informe que dio el Presidente Rafael Correa días atrás, donde señalaba los avances en el último año de gobierno, los logros desde el 2006 y cómo se proyectaría la economía ecuatoriana en el futuro, a decir de él indicando las bases que deja a otro gobierno en materia económica, política y social; esto en función de que no se presentará a una nueva lid electoral porque “Quiere descansar del país, y que el país descanse de él”.

Como sabemos este gobierno recibió en flujos de divisas derivados de la venta de petróleo, lo que ningún otro recibió en booms petroleros previos, el precio de barril de petróleo en promedio considerando algunos años fue de $50.75 por barril en 2006, $140.12 por barril en 2008, $95.36 por barril, 2013 y $49.15 / barril (25 de mayo del 2016), esto sin considerar el castigo que tiene el crudo ecuatoriano, pero que de alguna manera refleja el impresionante ingreso por concepto de la venta de petróleo, especialmente en el período 2008 – 2013 y que influyó en el crecimiento de la economía ecuatoriana.

Pero no solo tuvimos incremento en el ingreso por concepto de petróleo, también se incrementaron los ingresos no petroleros que pasaron de representar 11.1% con relación al PIB (2006) a 16.8% en el 2013, los tributarios por su lado se triplicaron en el mismo período (2006 – 2013) alcanzando el 21% en relación al PIB, y si a eso le añadimos los recursos acumulados en los diversos fondos petroleros durante los gobiernos anteriores y que este gobierno los incluyo en el presupuesto del Estado, la acumulación de papeles del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), que rinden el 7,5% de interés en promedio, el uso de recursos acumulados en la reserva de libre disponibilidad, etc.

Por el lado de los gastos, estos se multiplicaron en 3.7 veces, pasando del 11.4% en relación al PIB en el 2006 al 27.6% al 2013, y 28,71% al 2016, el incremento del gasto de capital fue de casi 7 veces, en igual período y los gastos corrientes se incrementaron en 2.7 veces, pasando de 11.4% en relación al PIB en el 2006 a 15.2% en el 2013 y 16,83% al 2016. Una muestra de la contracción económica es la reducción de la recaudación tributaria en el período enero – abril 2016 con respecto a igual período del año pasado, en el orden del 21.7%.

Los impuestos resultó en una estrategia para captar más liquidez y así impulsar el gasto público, por ello desde el 2007 se planteó la ley de equidad tributaria (y subsecuentes reformas), las nuevas y amplias cargas impositivas estuvieron enfocadas al mercado interno y a restablecer equilibrios de comercio exterior, entre algunas de las medias tenemos: donde se creó nuevos impuestos como el ISD con una de tasa 0.5%, luego paso a 1%, 2% y finalmente 5%, además se incremento al ICE de vehículos y a diversos productos como cigarrillos y bebidas, salvaguardias de balanza de pagos, impuesto verde, ICE a vehículos híbridos, aumento ICE cigarrillos y bebidas, IVA a servicios financieros, restricciones y alza de aranceles a importaciones, ICE del 100% a cocinas, límite a las utilidades, salvaguardias de balanza de pagos, etc. Los motivos por los cuales amplió o creo nuevos impuestos fueron variados e incluso contradictorios a discursos anteriores del mismo presidente o a la realidad bajo la cual se aprobaron, como la exposición de motivos de ley de equilibrio de finanzas publicas aprobada en el mes de abril donde se indicaba que las nuevas cargas tributarias se planteaban por dos razones: apreciación del dólar y caída del precio del barril de petróleo, pero cuando años atrás se dio el comportamiento contrario (depreciación del dólar y aumento del precio de barril e petróleo) los impuestos subieron o aparecieron nuevos. Existe ahora una diversidad de impuestos que complican la recaudación y que no se justifican en la coyuntura económica actual que demanda impulsar el consumo, y la presencia de variadas cargas profundizan la recesión.

A esto debe añadirse el comportamiento de la deuda ecuatoriana que pese a la reestructuración realizada entre 2008 y 2009 se redujo considerablemente, la misma llega a niveles insostenibles. De igual forma existe un drástico cambio en la naturaleza de los acreedores desde la reestructuración de la deuda externa en el 2008, bancos y los mercados pasaron de representar el 30.3% de toda la deuda pública interna y externa del país, a solo 5.2%. Esto sin considerar atrasos en pagos a proveedores, venta anticipada de petróleo y otros rubros que el Gobierno no los considera deuda. Es claro que en los últimas años y ahora, la deuda crece muy por encima del nivel que se expande la economía y que las cuentas públicas se muestran poco sostenibles, esto es porque la deuda que se contrata es cara y de plazos cortos.

La herencia que deja el gobierno es sin lugar a duda difícil de manejar para cualquier gobierno que asuma la presidencia dentro de un año, solo la revisión de estas variables muestra un poco acertado manejo de las mismas, la deuda pública per cápita pasó de 1200 dólares a 3600 dólares aproximadamente; con el importante flujo de ingresos que recibió nuestro país pudimos incluso haber eliminado la deuda (en el mejor de los casos), pero se deja un país profundamente endeudado. Es necesario un sinceramiento de las cifras oficiales para enfrentar la compleja realidad económica que tenemos, ya que las opciones que tiene el Gobierno para financiarse son cada vez más reducidas.

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