El camino para la conquista del otro ser humano demanda tiempo y esfuerzo; sin embargo la conquista que el adolescente debe hacer de sí mismo, es un derrotero escabroso, complejo y sacrificado, pero es toda una aventura. Al adolescente de nuestra era le toca desterrar paradigmas tradicionales y prejuicios, ya que la metamorfosis que gradualmente va a tener en torno a su edad, ya sean cambios físicos, psicológicos, biológicos y emocionales, explican de alguna manera por qué el aspecto emotivo suele salir airoso frente al pensamiento crítico.
Los datos obtenidos de una encuesta digital aplicado a estudiantes adolescentes, presentado en el libro Adolescencia y Criticidad frente al poder mediático, reflejan un problema lacerante al palpar que un 79% de estos jóvenes no tengan una participación crítica y decidida en lo que respecta a temas políticos o sociales del país. En esta investigación sobre competencias mediáticas, se evidencia el protagonismo del lenguaje utilizado por la publicidad y los medios audiovisuales, encontrado un aliado ideal en estos adolescentes que han creído necesario seguir modelos equivocados. Otro factor relevante a considerar es el currículo académico que posee el sistema educativo, puesto que este se rige por enfatizar la consecución de habilidades, pero descuida el poder cuestionador del joven que recibe información. El adolescente lee, pero suele no activar su pensamiento crítico con toda su libertad, por la claustrofobia que siente ante el acoso de mensajes.
Dicho esto, se hace imprescindible considerar que en la construcción de planes y programas de estudio sobre competencias mediáticas, debe incluirse el pensamiento crítico en el proceso enseñanza-aprendizaje, lo que significa que el profesorado sea el guía motivador en la consecución de las competencias necesarias para trabajar en un entorno digital, de tal manera que cada estudiante adolescente vaya junto de la mano del maestro, que ya no observará a su pupilo como un ente vacío a quien habrá que enseñarle todo, sino que lo mirará igual, descubriendo y comprendiendo juntos. Esto hace recordar que la educación es dinámica, evoluciona, cambia y mejora.
A propósito de esta última observación, es necesario aprender de las naciones con un alto poder en la producción de conocimiento, ya que ellas se han dado cuenta que el paso que los llevó a los logros victoriosos del presente, es el análisis de aquellos aspectos negativos, que produjeron a muchas naciones al abismo y al entierro de sus culturas. La corrección oportuna ha coadyuvado a que estas sociedades gocen de un excelente nivel académico y de una excelente calidez en el trato hacia los demás. De esta forma, se podrá hacer de la cátedra el mejor estímulo y del aula de clase, el mejor lugar de discernimiento y de libertad.