Que el Gobierno regrese la mirada hacia el Fondo Monetario Internacional es una acción que debe darse en un contexto de mayor profundidad y de más largo plazo. Profundidad en el sentido de resolver de manera más integral los problemas del país. No solamente con un préstamo como del cual se está hablando en relación a la catástrofe que vive el país, sino como un programa de estabilización de la economía.
En ese sentido, acudir al FMI no le hace daño al país, más bien le da la posibilidad de que se puedan abordar otros aspectos. Por ejemplo, pensar en un programa de nuevas fuentes multilaterales de financiamiento y reestructurar la deuda con China bajo el paraguas del FMI.acudir al FMI no le hace daño al país, más bien le da la posibilidad de que se puedan abordar otros aspectos. Por ejemplo, pensar en un programa de nuevas fuentes multilaterales de financiamiento y reestructurar la deuda con China bajo el paraguas del FMI.
En ambos casos, los nuevos recursos y la reestructuración de la deuda con China deberían otorgarse a plazos no menores de 20 años, con período de gracia de mínimo cinco años, y con tasas de intereses y otras condiciones asequibles para el país. Porque después de todo la deuda ecuatoriana bordea los USD 40 000 millones.
Además hay que situar dónde está la deuda, porque a futuro hay que pagarla en gran parte con el producto de las exportaciones. Y en el caso de las petroleras están caídas y las no petroleras también se están viendo afectadas por la competitividad y productividad de nuestros exportadores. Por ello, me pregunto: ¿cómo vamos a cumplir con este compromiso? A los futuros gobiernos les queda toda esta responsabilidad.
Ahora, el acceso a la línea de crédito por USD 370 millones con el FMI responde a una fuente especial, como la tiene la CAF, el BID o el Banco Mundial. Es decir, son recursos que los organismos otorgan inmediatamente en el contexto de la emergencia y en condiciones de pago propias de una situación como esta, de allí que se ha anunciado que esta línea es para 10 años plazo. Sin embargo, pensar en otros escenarios merece considerar un programa más global, ordenado y de más largo plazo.
Para bien del país ha habido una respuesta inmediata de los multilaterales y asimismo una formidable expresión de solidaridad y compromiso de los ecuatorianos a través de sus donaciones. No obstante esta situación, se han generado cargas impositivas para la economía ecuatoriana. Y se debe evitar que se afecte la estructura de costos de todas las empresas del país, de los presupuestos familiares y de las exportaciones ecuatorianas que se vuelven menos competitivas. Así, acceder a recursos por estas vías tiene un beneficio de corto plazo, pero tiene también un costo social en términos de empleo.