El señor A exporta banano por un valor de $100 mil. Recibe ese monto no en dólares sino en timbre cambiario, lo que es subastado en el mercado en el que alcanzan un valor de $120 mil; es decir, A gana el 20% en esa transacción. El señor B importa vehículos y le compra al exportador de banano esos $120 mil con los que puede comprar cinco vehículos, cuyo precio unitario es de $20 mil. Invierte $100 mil en la compra y los $20 mil es lo que pagaría de impuestos. El importador ahorra en impuestos y el consumidor obtiene un bien mucho más barato porque el costo de la importación se redujo. De eso se trata el timbre cambiario, un mecanismo de intercambio de un valor por otro mediante el cual las importaciones y exportaciones tienen un mayor incentivo en el mercado. Fue una propuesta del exvicepresidente Alberto Dahik a la que el gobierno de Rafael Correa ya le hizo modificaciones.
La principal diferencia entre ambos modelos es que Dahik no habló de impuestos sino del monto de las importaciones, mientras que el gobierno lo quiere llevar al campo de los tributos. El sistema propuesto por el exvicepresidente es, desde mi punto de vista, más atractivo porque permitiría que el mercado determine el precio, incluso de los productos. Es, por lo tanto, más incentivador si partimos de la premisa de que el mercado toma mejores decisiones que el Estado. Además, el mercado deberá decidir sobre la importancia de un bien; por ejemplo, determinaría si a los ecuatorianos les conviene comprar un carro importado o uno ensamblado en el país; o si a los ecuatorianos les conviene procesar banano en bruto o banano procesado. Mientras, que en el modelo que propone el Presidente, estas decisiones las sigue tomando el gobierno.
Ahora, esta medida no podría funcionar aisladamente. En primer lugar, se deben eliminar las cuotas de importación y exportación. Actualmente, la cuota la pone el gobierno. En segundo lugar, Ecuador debe firmar tratados de comercio con otros países porque de esa manera todos los bienes competirían en igualdad de condiciones. Hoy por hoy, los países con los que tenemos acuerdo no son muy atractivos para el mercado internacional. En tercer lugar, es imprescindible controlar la inflación y flexibilizar el mercado laboral ecuatoriano porque es muy rígido y eso hace que los salarios se ubiquen por encima del mercado y se vuelvan poco competitivos.
Sin embargo, es importante recordar que este modelo no existe en la práctica. El país precisa también hacer cambios para lanzarse a un timbre cambiario: el primero es cero corrupción. Es decir, que sea el mercado el que en realidad determine el precio del timbre cambiario. En política pública uno de los problemas habituales es que el gobierno central no tiene control sobre toda la burocracia y la información se filtra de alguna manera. Volviendo al ejemplo, este interesado que tiene acceso a información de primera mano, compra al exportador y se lo revende al importador. El importador no va a ganar nada; el exportador gana lo mismo y quien gana es el intermediario que tuvo acceso a esa negociación. Por lo tanto, se necesita un mercado en realidad libre. El segundo elemento es que el gobierno garantice que esta medida se va a mantener en el tiempo. Debe haber seguridad jurídica. Y el tercer elemento es que el mercado confíe en el gobierno para que no disminuyan las transacciones. El timbre cambiario sería una medida sin vuelta atrás.